24.9.09

Quemar la autoridad.

Una de las entradas que más visitas genera El Pizarrín es precisamente una en la que, el autor del artículo que a continuación os dejo, nos invitaba a leer su visión sobre las políticas del libro de texto. Vuelvo a traer hoy a este espacio a Jaume Martínez Bonafé, a colación sobre el tan actual tema de la autoridad de los docentes. El artículo me pareció delicioso y como tal aquí os lo dejo.


¿Nos subimos a la tarima o nos calentamos con ella?

J. Martínez Bonafé

Leo en la prensa del miércoles, 17 de septiembre, que “los docentes de Madrid darán clase en tarimas para tener más autoridad”. ¿Cómo es posible? ¿qué miope y reaccionario concepto de autoridad tienen los gobernantes de esa Comunidad? Al llegar a la Facultad comento la noticia con mis colegas y me informan que hay algún organización sindical que ve con buenos ojos la medida. Y alguien que debe tener más entrenamiento en la mirada sociológica añade que debe haber una considerable masa social que aplaudirá esa propuesta legislativa. Dice la noticia, además, que la presidenta de la Comunidad elevará el status jurídico del maestro al de “autoridad pública”, al igual que un policía o un juez, de modo que gozarán de “presunción de veracidad”, es decir, que “su palabra tendrá prevalencia sobre la de los chavales”. Al sumergirme un poco más en el tratamiento mediático de la noticia me doy cuenta que el circo está montado: unos que bien, otros que mal, y otros que aprovechan lo del Pisuerga para dar caña: al maestro, a los padres. No hay análisis ni respuestas estructurales, ciertamente, que la época no está para esas seriedades analíticas. Se citan los informes, y las estadísticas y, como casi siempre, “en España estamos peor”. ¿Qué nos está pasando?

No me puedo creer que nadie en su sano juicio pedagógico pueda pensar que a un maestro o a una maestra sus alumnos le van a otorgar un mayor reconocimiento y estima porque se suba un escaloncito. En la práctica escolar y en la reflexión pedagógica el concepto de autoridad refiere a una relación de reconocimiento, horizontalidad y apoyo mutuo. Se confiere autoridad a alguien que desde su saber y experiencia nos ayuda en nuestro desarrollo personal y en el crecimiento de nuestra autonomía plena. Tiene autoridad el maestro o la maestra que construye una relación de confianza, facilita el acercamiento personal y abre posibilidades a la comprensión del mundo y de uno mismo en el mundo. Y en esa hermosa relación de autoridad, por cierto, el maestro se educa profesionalmente y crece como persona. Como pueden ustedes imaginar, eso no depende de estar subido a una tarima; es más, la tarima lo dificulta, porque simbólicamente nos aleja –a los docentes- del alumnado. Pero además, esa medida, tranquilamente anunciada a los medios, es un provocador desprecio hacia un largo y esforzado proceso de renovación pedagógica por el que poco a poco, día a día, muchos maestros y maestras han ido dignificando la escuela pública que tan maltrecha nos dejó la dictadura.

Aunque quizá se trate de eso, de un regreso, de una vuelta a un modelo escolar autoritario en el que la voz de mando no podía ser discutida. Un modelo jerárquico y antidemocrático en el que el alumno obedecía sin rechistar al maestro, el maestro al director, el director al inspector, el inspector, que se yo, al Jefe Local del Movimiento. Quizá estén pensando el volver también al castigo físico, a los brazos en cruz. Siempre ha habido comportamientos de indisciplina en las aulas y en ocasiones se producen en algunos colegios situaciones conflictivas y transgresiones violentas. Son hechos preocupantes, ciertamente, que exigen un modo de diálogo, análisis y reflexión, que conduzca a revisar y modificar muchas de las cosas que hacemos en las escuelas. Pero no para volver a propuestas obsoletas. Los maestros que crean que subiéndose a una tarima van a ser más escuchados han perdido la memoria. Todos y todas sabemos muy bien que el clima de atención y respeto que pudimos vivir en el aula con nuestros maestros dependía en mucho de su capacidad para aproximarse con inteligencia y afecto a las particulares biografías, experiencias y deseos que, junto a la cartera con los libros de texto, metíamos en el aula cada uno de nosotros.

No me resisto a contarles una secuencia de una hermosa película L’école buissonnière, realizada en 1948, en la que se escenifica la vida de Celestin Freinet. El maestro llega a un pueblecito de montaña y al anunciarse los fríos del invierno reclama al alcalde presupuesto para la leña de la estufa. Como los dineros públicos no llegaban y el frío era intenso un día el maestro decide, en asamblea con los alumnos, hacer añicos la tarima del aula y alimentar con ella la estufa. Pues me parece una sugerente y acertada metáfora.

21.9.09

Linda catátrofe.

De Franco a la LOGSE
ELVIRA LINDO
17/05/2009

¿Soy yo sola? Díganmelo, se lo ruego. ¿Soy yo sola la que, al comenzar a escuchar lugares comunes en medio de una conversación de esas en la que se arregla el mundo, se muerde los labios de impaciencia? ¿Soy yo sola la que siente un cansancio infinito cuando en una conversación, por ejemplo, sobre la educación en España, intuye ese instante en que nuestro interlocutor se siente impelido a informarnos de que existió el franquismoy hubo curas, monjas y hostias y una sofocante educación religiosa de orejas, humillaciones gimnásticas y reyes visigodos, y que, aunque entiende que la enseñanza no está en sus mejores momentos,considera que siempre es mejor el desmadre actual que el autoritarismo de antaño ? Háganme el favor de leer este artículo a gritos, que es así como yo lo estoy escribiendo. ¿Es que consideran esas personas que sólo ellas se enteraron de que hubo una dictadura o, aún peor, es que esas personas entienden que cuando hablas de disciplina estás a un tris de defender los métodos de disciplina franquista? ¡Venga ya! Sólo faltan seis años para que la democracia tenga la misma edad que llegó a tener la dictadura y todavía seguimos excusando nuestros retrasados índices escolares escudándonos en un pasado cada vez más lejano. Me recuerdan a esos cincuentones que, con ayuda inestimable de su psicoanalista, aún siguen culpando a papá de sus desgracias actuales. ¡Que lo hubieran matado!, como proponía el doctor Freud. La falta de disciplina, la dificultad de concentración, el desprecio a la memoria y las humanidades y los bajos resultados en matemáticas forman parte de un virus que, como esta gripe globalizada que padecemos, se extendió por todo el mundo. Aquí, el virus tomó distintos nombres, la LOECE, la LODE, la ESO, la LOGSE, pero todo viene de la misma cepa: entender que el conocimiento se podía adquirir aunque fuera disminuyendo, a cada reforma, el nivel de esfuerzo. En otros países, esa pedagogía de la infantilización cundió, sobre todo, en los barrios pobres, mientras la clase media siguió optando a una educación de calidad; aquí, el nivel bajó en todos los sectores. En eso podemos decir que somos democráticos. Otra cosa que nos diferencia es que mientras en otros lugares hay un debate real sobre la manera en que se debe educar a los niños para que puedan enfrentarse al futuro, aquí, cada vez que se te ocurre dudar de la eficacia de nuestro sistema, sus aguerridos defensores quieren pulverizarte con la famosa palabreja, "catastrofista", un término que tiene múltiples aplicaciones; se utilizó abundantemente, por ejemplo, hace dos años, contra todo aquel que se atreviera a decir que había crisis: "¡Catastrofista!". A mí me parece un adjetivo de lo más zarzuelero o valleinclanesco: "Señá Rufi, no me sea usté catastrofista". El caso es que, por ir de lo abstracto a lo concreto, un grupo de profesores americanos decidieron poner fin, en la medida de sus posibilidades, a la catástrofe sesentera y crearon hace unos 10 años una serie de escuelas en barrios populares que han generado un debate interesantísimo. La primera de las escuelas, Promise Academy, se creó en Harlem. Ellos huyen de esa idea paternalista que consiste en creer que hay que rebajar el nivel según bajan las posibilidades económicas. El claustro de profesores exige a los padres un compromiso activo: admite al estudiante siempre y cuando sus padres estén dispuestos a hacer un esfuerzo para mejorar su educación. Opinan que la formación académica no es ajena a la de valores y modales,de forma que el alumnado tiene que aprender a mirar a los ojos cuando se le habla, sentarse adecuadamente, estrechar la mano de la persona que se acaba de conocer, tratar con respeto al profesor y, por supuesto, ir vestido al colegio como un escolar, no con una media en la cabeza, por aquello de que hay que respetar la idiosincrasia de la cultura afroamericana. Los resultados se mostraban el otro día en el New York Times. El columnista, David Brooks, no contenía su entusiasmo, llamaba al fenómeno: "El milagro de Harlem". El propósito de este sistema, contaba,no es competir con otros chicos de otros barrios de otras familias poco afortunadas económicamente, no, los estudiantes de este colegio son educados para borrar el abismo histórico que hay entre los chicos blancos de clase media y los negros de clase baja. Las notas demuestran que es posible: en ese pequeño colegio de Harlem, la media escolar es la misma que en cualquier colegio de Manhattan. No sólo eso. Esos alumnos aprenden a comportarse de tal manera que su lenguaje corporal indique que tienen cultura y educación. Parece que está pasando esa época en que cualquier crítica al comportamiento inapropiado de un chaval de Harlem se consideraba un signo de racismo; esta escuela es sólo una gota de agua,pero, como dicen algunos expertos, ayuda a entender la naturaleza del problema; ojalá pase el tiempo en que la crítica al sistema educativo español se considere catastrofista. Por cierto, que en la información sobre esta escuela americana no se incidía en el uso del ordenador. Y yo, sinceramente, me alarmo cuando aquí parece resumirse en eso nuestro retraso educativo. Dicho esto sin ánimo de parecer catastrofista. Que también.

18.9.09

Cuando una imagen...

Hay personas que tienen una especial sensibilidad para expresar sus ideas. Hay, también, otras personas que además de expresarse brillantemente son capaces de transmitirte esa idea de una manera tal, que al comprender lo que te dice te puedes quedar en estado de parálisis durante un buen rato. Este es el caso del Profesor Potachov, que no es la primera vez que aparece por El Pizarrín, en la mayoría de sus exposiciones sobre lo que las tan traídas y llevadas TIC, Escuela 2.0,...están teniendo en nuestras aulas,.

En este caso os dejo una imagen que no hace falta explicar y que aparece en una entrada, de su página, a la que ha llamado ¿Escuela 2.0?


17.9.09

Yo no soy.

"Para los tiempos que vienen, no soy yo el maestro que debéis elegir, porque de mí sólo aprenderéis lo que tal vez os convenga ignorar toda la vida: a desconfiar de vosotros mismos "

Antonio Machado. Juan de Mairena.
Alianza Editorial.
Madrid
1995.

Después de "lo" de Becquer de la entrada anterior una cita de verdad.

15.9.09

Desmontando a .... Becquer.

Me llega por correo electrónico esta maravilla de carta de ... amor, o de declaración de amor, o algo parecido. Ahora que empieza el curso en Secundaria un motivo más para volver a leer a Becquer, que digo yo, algo se quedará.


14.9.09

Pero...¿a quién le importa?

Con cierto retraso otra vez más, y van ..., me vuelvo a sentar a dejaros unas líneas en este Pizarrín . Hoy quiero dejaros con una reflexión profunda y clara, que aunque centrada, en este artículo, en la Universidad, bien nos vale para cualquier otro nivel en nuestro sistema educativo, en el que aquellos que atesoran una experiencia, unas vivencias, amplias y generosas de su paso por las aulas, lejos de querer transmitir estas sabidurías, andan contando los días que faltan para poder irse cuanto antes, como hacíamos aquellos que tuvimos que padecer la "mili". Y como bien dice Rafael Argullol en su artículo del diario El País, no se abandona el sistema por burocracias, violencia, ratios, etc... sino más bien cuando se constata la palpable realidad de que a los alumnos y alumnas no les interesa para nada lo que se les ofrece, independientemente de la forma en que se haga; que a las familias, en muchos casos, les genera más angustia la entrada y el horario de su hijo o hija dentro del recinto escolar que lo que acontece con su vástago allí dentro; que la Administración vive en el mundo virtual de las estadísticas, Power Points y Proyectos y Programas diseñados ad hoc para sus finalidades puntuales, y que los que dan, damos el callo o al menos creemos darlo, somos pequeños reinos de taifas ignorados y prestos a ser reducidos si intentamos ir más allá del oficialismo imperante. En fin un artículo triste pero útil.
Disparad contra la Ilustración
RAFAEL ARGULLOL 07/09/2009


En los últimos tiempos, algunos de los mejores profesores abandonan precipitadamente la Universidad acogiéndose a jubilaciones anticipadas. Con pocas excepciones, las causas acaban concretándose en dos: el desinterés intelectual de los estudiantes y la progresiva asfixia burocrática de la vida universitaria. La mayoría de los profesores aludidos son gentes que en su juventud apostaron por aquel ideal humanista e ilustrado que aconsejaba recurrir a la educación para mejorar a la sociedad y que ahora se baten en retirada, abatidos algunos y otros aparentemente aliviados ante la perspectiva de buscar refugio en opciones menos utópicas.

Muchos profesores abandonan la Universidad hartos del desinterés de los estudiantes

Los alumnos no saben cosas básicas y eso no les preocupa lo más mínimo

El primero de los factores es objeto de numerosos comentarios desde hace dos o tres lustros. Un amigo lo resumía con contundencia al considerar que los estudiantes universitarios eran el grupo con menos interés cultural de nuestra sociedad, y eso explicaba que no leyeran la prensa escrita, a no ser que fuera gratuita, que no acudieran a libros ajenos a las bibliografías obligatorias o que no asistieran a conferencias si no eran premiadas con créditos útiles para aprobar cursos. Aunque podría matizarse la afirmación de mi amigo, en términos generales responde a una realidad antipática pero cierta, por más que todos los implicados en el circuito de la enseñanza reconozcan que no se trata de la mayor o menor inteligencia o sensibilidad de los universitarios actuales con respecto a generaciones precedentes, sino de otra cosa.

Esta "otra cosa" es lo que ha desgastado irreparablemente a los profesores que optan por marcharse a casa. Éstos no se han sentido ofendidos tanto por la ignorancia como por el desinterés. Es decir, lo degradante no ha sido comprobar que la mayoría de estudiantes desconocen el teorema de Pitágoras -como sucede- o ignoran si Cristo pertenece al Nuevo o al Antiguo Testamento -como también sucede-, sino advertir que esos desconocimientos no representaban problema alguno para los ignorantes, los cuales, adiestrados en la impunidad ante la ignorancia, no creían en absoluto en el peso favorable que el conocimiento podía aportar a sus futuras existencias.

Naturalmente, esto es lo descorazonador para los veteranos ilustrados, quienes, tras los ojos ausentes -más soñolientos que soñadores- de sus jóvenes pupilos, advierten la abulia general de la sociedad frente a las antiguas promesas de la sabiduría. Los cachorros se limitan a poner provocativamente en escena lo que les han transmitido sus mayores, y si éstos, arrodillados en el altar del novorriquismo y la codicia, han proclamado que lo importante es la utilidad, y no la verdad, ¿para qué preferir el conocimiento, que es un camino largo y complejo, al utilitarismo de la posesión inmediata? Sería pedir milagros creer que la generación estudiantil actual no estuviera contagiada del clima antiilustrado que domina nuestra época, bien perceptible en los foros públicos, sobre todo los políticos. Ni bien ni verdad ni belleza, las antiguallas ilustradas, sino únicamente uso: la vida es uso de lo que uno tiene a su alrededor.

Esta atmósfera antiilustrada ha penetrado con fuerza también en el organismo supuestamente ilustrado y, con frecuencia, anacrónico de la Universidad. Ahí podríamos identificar la otra causa del descontento de algunos de los profesores que optan por el retiro, originando, en el caso de los mejores, una auténtica sangría intelectual para la Universidad pública, cuyo coste social nadie está evaluando. A este respecto, la renovación universitaria ha sido sumamente contradictoria en estos últimos decenios. De un lado ha existido una notable voluntad de adaptación a las nuevas circunstancias históricas, con particular énfasis en ciertas tecnologías e investigaciones de vanguardia como la biogenética; de otro lado, sin embargo, las viejas castas universitarias, rancios restos feudales del pasado, han sido sustituidos por nuevas castas burocráticas, que predican una hipotética eficacia que muchas veces roza peligrosamente el desprecio por la vertiente científica y cultural de la Universidad. En los mejores casos, por consiguiente, los centros universitarios se aproximan al funcionamiento empresarial eficaz, y en los peores, a una suerte de academia de tramposos.

Lógicamente, ni unos ni otros resultan satisfactorios para el profesor que quería adaptar el credo ilustrado al presente. Si la Universidad pública se articula sólo con intereses empresariales, está condenada a aceptar la ley de la oferta y la demanda hasta extremos insoportables desde el punto de vista científico. Los estudios clásicos o las matemáticas nunca suscitarán demandas masivas ni estarán en condiciones de competir con las carreras más utilitarias. Pero el día en que el consumo de tecnología no suscite ya ninguna curiosidad por los principios teóricos que posibilitaron el desarrollo de la técnica y la Universidad se pliegue a esa evidencia, lo más coherente será rendirse definitivamente y olvidarse de que en algún momento existió algo parecido a un deseo de verdad.

Mientras esto no suceda, al menos definitivamente, el riesgo de una Universidad excesivamente burocratizada es el triunfo de los tramposos. No me refiero, desde luego, a los tramposos ventajistas que siempre ha habido, sino a los tramposos que caen en su propia trampa. La Universidad actual, con sus mecanismos de promoción y selectividad, parece invitar a la caída. En consecuencia, los jóvenes profesores, sin duda los mejor preparados de la historia reciente y los que hubiesen podido dar un giro prometedor a nuestra Universidad, se ven atrapados en una telaraña burocrática que ofrece pocas escapatorias. Los más honestos observan con desesperanza la superioridad de la astucia administrativa sobre la calidad científica e intentan hacer sus investigaciones y escribir sus libros a contracorriente, a espaldas casi del medio académico. Los oportunistas, en cambio, lo tienen más fácil: saben que su futura estabilidad depende de una buena lectura de los boletines oficiales, de una buena selección de revistas de impacto donde escribir artículos que casi nadie leerá y de un buen criterio para asumir los cargos adecuados en los momentos adecuados. Todo eso puntúa, aun a costa de alejar de la creación intelectual y de la búsqueda científica. Pero, ¿verdaderamente tiene alguna importancia esto último en la Universidad antiilustrada que muchos se empeñan en proclamar como moderna y eficaz?

Los veteranos profesores de formación humanista que últimamente abandonan las aulas creen que sí. Por eso se retiran. No obstante, es dudoso que su gesto tenga repercusión alguna. Para tenerla debería encontrar alguna resonancia en el entorno en que se produce. No es así. Nuestra Universidad, como nuestra escuela, es un mero reflejo. La sociedad en la que vivimos no sólo no tiene intención de compartir los ideales ilustrados, juzgados ilusorios e inservibles, sino que dispara contra ellos siempre que puede. Desde el escaño, desde la pantalla, desde el estudio, desde donde sea. El pensamiento ilustrado no ha demostrado que proporcionara la felicidad. Y esto se paga.


Rafael Argullol es escritor. (Aquí tienes un enlace con su Blog)

7.9.09

Por si habéis estado despitadillos (as) en verano.


Como seguramente habréis dejado el verano como un escpaio en blanco en lo que se refiere a novedades, TIC, etc... aquí os dejo un enlace del magnífico resumen que he encontrado de todo lo que se ha publicado en Agosto en el portal educ@contic, para ir poniédonos al día.

6.9.09

Actividades Extraescolares.

En fin, como es Domingo y aún nos quedan unos días de trabajo burocrático que hay que afrontar con buen humos, aquí os dejo un vídeo de Miki Nadal y El Club de la Comedia en el que se habla de esas maravillosas y completísimas actividades extraescolares con las que se encuentran nuestros alumnos/as tras el día de clase.

¡Que lo disfrutéis!

4.9.09

Ruborizarse...es de sabios.

Ya llevamos cuatro días de curso escolar (los docentes ya estamos en los centros aunque parezca que no) y sin lugar a dudas la estrella de los corrillos y los pasillos es, cómo no, la gripe A.



Ahí nos encontramos desde chistes a preguntas razonables pasando por suposiciones de casos hipotéticos que nos afectarían como docentes y como personas. Pero no es de esto de lo que quiero dejar hoy un pensamiento, sino de las instrucciones que nuestra Consejería de Educación ha dado a los centros educativos para prevenir el posible contagio. Paso a dejaros algunas "perlas" de estos sesudos expertos, que imagino saben al menos qué es un niño, o por lo menos cómo es un centro educativo.

2.1.- Proceder a la limpieza frecuente de manos con agua y jabón u otro producto recomendado. (Habrá que contemplar en los horarios que los 25 o más niños/as vayan por orden de curso y nivel al cuarto de baño con lo que el jaleo de subidas y bajadas será constante todo el día y el trabajo,evidentemente, se resentirá. Añadamos el nerviosismo de bajar y subir, el juego con el agua y que en cualquier caso irán acompañados por un solo docente, aunque podríamos poner al profesor de refuerzo aunque los alumnos/as con necesidades no tuviesen ese apoyo.)





2.2.- Una consideración especial merece el lavado de manos del personal que atiende a los niños y niñas que no andan y a los que hay que coger en brazos con frecuencia. Lo ideal sería que el personal cuidador se lavara las manos con agua y jabón frecuentemente o al menos una vez cada hora. ( Y mientras hace eso...¿quién se hace cargo de los niños/as? Máxime teniendo en cuenta que en el primer ciclo de infantil lo primero que ha hecho nuestra Consejería es aumentar la ratio de cada aula, pero no aumentar en paralelo al personal cuidador/educador)





2.3.- Evitar los besos y contacto muy cercano, sobre todo en alumnado de Educación Infantil, si tiene o cree que pueda tener la gripe; o bien si piensa que la tiene otra persona. (Y ¿dónde dejamos la afectividad innata de los crios y crías de Infantil? ¿Alguno de estos pseudoexpertos ha pisado alguna vez un aula de infantil? ¿Me explican cómo se puede controlar a 25,26 o28 alumnos y alumnas de 3 años para que cumplan estas recomendaciones? Recordemos que en cada aula hay un solo docente.)





2.4.- ... Se debe evitar toser o estornudar sobre otro alumno o alumna o personal del centro, y sobre el mobiliario de la clase: mesa, teclado del ordenador, instrumentos de uso común. (me remito a lo dicho en el punto anterior)





2.7.- En caso de padecer alguno de los síntomas específicos de la gripe, el alumnado lo comunicará a su profesor o profesora, que actuará en consecuencia. ( Ya me imagino a un chaval de 5 años explicando sus síntomas. Vamos para darle un premio al que ha diseñado esta instrucción. Bueno o un Gallifante, que habría que verlos en la situación de aquel programa explicando lo que dice aquí)




Y esta es la refinitiva, casi escrita por aquel ínclito Juan de la Cosa:

2.9.- Especial atención requiere el alumnado de Educación Infantil: en estos niveles es necesario reforzar las medidas de higiene ya mencionadas para el resto del alumnado. Se debe evitar, en lo posible, el uso compartido de objetos o útiles de material escolar.





Y lo peor es que ni siquiera se ruborizan.




P.D.-



Me comentan hoy que para terminar de enmendar la plana, este año no va a haber periodo de adptación para los más pequeños, por lo que además de llorar todos a la vez el primer día tendrán que bajar a lavarse las manos, no estornudar en las mesas, evitar que se besen entre ellos, etc, etc... Eso sí, acompañados por su maestro/a que sin conocerlos y tenerlos juntos a la vez deberá hacer todo eso, y si me apuran hasta vestirse de bacteria para explicar mejor el problema.