9.2.10

Retratos de hoy: el idiota.

Sé que tengo muy desatendido este espacio pero ya sabéis que de vez en cuando uno tiene que atender aquellas cuestiones de trabajo que poco a poco te fagocitan, te absorben y te impiden hacer cualquier otra actividad.

Lo cierto es que me siguen llegando ideas, apuntes, imágenes que traer a este pizarrín pero por una cosa u otra siempre los dejo para después y ese después nunca llega.

Hoy os dejo un artículo de Elvira Lindo, publicado en El País allá por 2002 y que he recuperado después de mucho tiempo porque en una espera, hojeando una de esas revistas que suele haber en las salas de espera, me encontré con un artículo en el que se recogían datos de un experimento que se había realizado durante 20 años en un pequeño pueblo de Australia (tal vez Nueva Zelanda) y en el que el experimentador había comprobado cómo durante ese tiempo el consumo de de TV y el tiempo empleado ante consolas y ordenadores, había llegado a disminuir la capacidad de enfrentarse a las cosas (estudios, vida diaria, problemas cotidianos...) en los jóvenes de ese pueblito. Realcemos que cuando el experimento terminó los jóvenes de 26 años habían empezado con 6.

Claro, esto me trae a la mente los famosos portátiles que ya se están entregando en contraste con el poco énfasis que se hace en tener un buen proyecto de aprendizaje de la lectoescritura, en que los textos literarios y de uso común en las aulas tengan una calidad lingüística y sintáctica correcta y adecuada, ... Y después de comparar estas realidades me vino a la mente este artículo que tenía recortado en papel pero que gracias a San Google he podido recuperar para ponerlo a continuación. Va más allá de lo que antes decía ya que también aquí aparece el papel de la familia, esa que siempre en las tutorías nos dice algo así como..."pues mi niño es muy bueno. Llega del cole y en cuanto acaba de comer se va a su cuarto hasta la hora de la cena, así que no sé cómo me dice usted que no hace las tareas cuando yo le tengo en su cuarto un ordenador, un televisor, la consola, el equipo de música, el MP3, un teléfono,...".


En fin que no me acordaba de Dostoievski y su famoso libro sino de los muchos y muchas idiotas que estamos creando entre todos y todas.


El idiota
ELVIRA LINDO

EL PAÍS 06-11-2002
Cuando llega la visita el niño está viendo la tele. La visita se acerca al niño con la pretensión de darle un beso, pero el niño ni se inmuta, el niño no piensa apartar los ojos de la tele. 'Es que es su programa favorito', explican los papás. Y los cuatro adultos se quedan un momento paralizados, ridículos en su empeño de entablar algún tipo de comunicación con la criatura. La visita sonríe, dejadle, no le molestemos. Más tarde la criatura asomará la cabeza por el comedor. Viene a dar su beso de buenas noches. No está dispuesto a concederle un beso a la visita. Los padres lo disculpan, es que es tímido: cariño, dales un beso a estos amigos que te han traído un juego tan bonito. No y no. El rey de la casa se lleva a su madre secuestrada. El padre explica a la visita que sin mamá la criatura no se duerme, tiene mamitis. La visita sonríe enternecida. Al poco, la criatura exige también la presencia del padre. Papitis. El padre desaparece y la visita se queda sola, incómoda, esperando a que los padres sean liberados.

La criatura crece. Le salen granos, bigote, la nariz deja de ser chata, la mandíbula se expande, de la espalda inmensa cuelgan dos brazos que llegan hasta las rodillas. Pero la vida sigue igual. La visita llega y la criatura está tumbado en el sofá viendo la tele. Les hace un leve gesto con la cabeza. No cenará con nosotros, murmuran los padres, está pasando una época un poco retraído. La adolescencia, dice la visita, qué edad tan difícil para estos pobres. Sufren mucho.

El sufrimiento debe ir por dentro porque, por fuera, quién diría que esta desproporcionada criatura sufre. Parece satisfecho consigo mismo. Sus padres lucharon para que tuviera la autoestima alta. ¡Ah, la autoestima! Tanto la asignatura 'Conocimiento del medio' como la televisión autonómica se encargaron también de que pensara que vivía en el mejor de los mundos. Su mundo es pequeño. Nuestra criatura no concibe conceptos como España, y menos como Europa (¿qué es Europa al lado de mi pueblo?, piensa con orgullo). Está cerca de convertirse en un idiota. Pero en un mundo donde abundan los idiotas se siente bastante acompañado.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

U suck...