2.3.11

La lectura como antídoto contra el fracaso.


Los informes oficiales hablan, otra vez, de un fracaso del sistema educativo que ya empieza a ser inasumible por una sociedad que pretende estar en un nivel próximo a nuestros países cercanos.


Como siempre los informes hablan de estadísticas y no entran en causas achacables a cada parte del sistema y mucho menos a los generadores del informe, es decir a la propia administración.


En nuestra comunidad el Consejero se deja caer con que para reducir este fracaso se introducirá una hora de lectura diaria, obligatoria, para todos los alumnos y alumnas.


La receta en principio me parece adecuada. Ahora bien hay mucho que decir sobre ella. En primer lugar desde que soy miembro del sistema, en las aulas se lee a diario. Se leen los libros de texto, los problemas, las redacciones de cada día, textos diversos,... Eso es lectura diaria y entiendo que necesariamente reflexiva ya que de otra manera qué sentido tendría.


Por tanto me parece un nuevo brindis al sol el vender como nuevo algo que se lleva haciendo en las aulas desde la creación de las mismas.


No obstante si lo que se pretende es dar un nuevo enfoque a esa lectura y hacer, crear, un nuevo espacio de lectura, ahí sí que habrá que ver con mucho detalle qué se va a hacer. Pongo por caso un ejemplo culinario. A todos los que nos planteamos la comida como un placer (la lectura debe serlo) creo que nos apetecería comer en el Bulli, sin embargo no creo que soportáramos comer mañana, tarde y noche las excelencias de Ferrán Adriá.


Igualmente dedicar una hora diaria de lectura, 20 horas al mes, supone un esfuerzo inmenso en selección de textos, de autores, de adaptación de esos textos al contexto concreto en el que se den. No va a servir la misma lectura para un centro rural que para un centro de un barrio deprimido. No va a tener la misma capacidad de búsqueda de textos un docente amante de la lectura que uno que no lo sea. No se va a aprovechar igual esa hora si la familia no es invitada a formarse para poder continuar con ese placer que la escuela debe saber "vender".


Tantas cosas, y más que ahora se me hace innecesario añadir, que el planteamiento que se hace, necesario y evidente, tiene muchos puntos oscuros que mucho me temo lo harán quedar en el cajón de iniciativas que se hacen por hacer y que poco recorrido tendrá.


La literatura es la gran olvidada del sistema más allá de los días y años "D", dedicados exhaustivamente a bombardearnos con un autor, un libro, una generación, hasta el punto de aburrirnos e incluso predisponernos en contra. Y esta iniciativa, que vuelvo a repetir me parece más que adecuada, tiene todos los visos de convertirse en una hora de tortura y conseguir lo contrario de lo que se pretende.


En una sociedad dominada por la tiranía de lo audiovisual, de lo inmediato y cambiante, hacer parar el tiempo ante un libro, ante una descripción de la vida en una palloza, ante la forma de elaborar un pendiente de obsidiana, tiene que estar muy detallada, muy trabajada y sobre todo muy personalizada para cada aula.


En mi casa guardo con cariño los Sendas, aquellos libros de lectura que teníamos los que hicimos la antigua EGB en los años 70. Cada vez que los abro y veo lo que guardan tengo una sensación de fracaso, no por lo que tienen que me parece una selección impresionante y amplia, sino por la comparación con los textos que se trabajan hoy día en las escuelas e institutos.


Volver a esos libros, a pesar de su calidad evidente, hoy sería impensable en un primer momento. Habría que empezar por retomar textos más cercanos, poesía visual, greguerías, juegos lingüísticos,... y de ahí pasar a seleccionar textos con protagonistas infantiles, adolescentes,... para luego pasar a textos más complejos. Una tarea ardua pero necesaria, aunque no alejada de la realidad. Basta comparar que los niños de Dickens están en la misma línea que Harry Potter o Molly Moon, huérfanos, con una realidad cercana que le asusta y les ataca,... Es un análisis de la realidad de hoy utilizando textos de ayer que sirvan para establecer un nexo necesario, de compresión de nuestro mundo, diferente de la inmediatez que marcan las redes sociales, el sms, twitter, etc... En fin muchas cosas para un fin imprescindible. Reducir el fracaso a través del placer; del placer de la lectura.

0 comentarios: