7.11.11

Educación y justicia social.

El artículo que os dejo creo, yo al menos asi lo veo, que no tiene desperdicio. Lo firma Antonia Lozano Díaz, Docente y miembro de eQuo Almería, y ahora que unos y otros juegan con la palabra, porque en el fondo es solo jugar con la palabra porque en el fondo ambos van a hacer lo que dicten los "mercados", este artículo viene a recordarnos que este derecho, que tanto tiempo ha tardado en ganarse es incuestionable. Ahora nos queda defenderlo. Bueno, ahora y después de estas elecciones, y de las siguientes, y de las siguientes....

La educación ya no es sólo una cuestión de gratuidad y obligatoriedad, es además una cuestión de justicia social.


La educación ha ido adquiriendo progresiva importancia a lo largo de la historia de la humanidad. En sus inicios sólo eran unos pocos los destinatarios de lo que llamamos educación formal. En la cuna de la escritura, Mesopotamia, tras varios años de estudio los escribas alcanzaban un notable prestigio social y grandes privilegios. En la antigua Grecia el acceso a la escuela estaba reservado para sus clases acomodadas, en un primer momento el niño, se formaba en casa con un ayo llamado “pedagogo”, posteriormente accedían a la escuela donde se formaban en las llamadas artes liberales: Trivium y Quadrivium. Geometría, gimnasia, retórica, dialéctica y música constituían el currículo de los jóvenes varones de la élite social.

Las épocas posteriores, con la Escolástica, el Humanismo, el Renacimiento, la Ilustración, etc., continuaron en una línea muy similar, destinando el acceso a la educación formal exclusivamente a las clases pudientes. La educación de la mujer, huelga comentarlo, no tenía razón de ser, en todo caso, y para las jóvenes de familias de pro, se les daba una enseñanza en torno a “cómo ser una buena esposa y madre”. Posteriores avances y desarrollos sociales como la industrialización, el desarrollo de las ciudades, el desarrollo tecnológico, la incorporación de la mujer al trabajo (remunerado), trajeron consigo una extensión del acceso a la educación. Paulatinamente los estados fueron tomando conciencia de la relación entre desarrollo económico y educación.

En las primeras regulaciones de la educación formal ésta era, tan sólo, una de las muchas competencias del Ministerio de Fomento. Es pertinente decir, puesto que dice mucho de su valor en ese período, que este ministerio era ocupado frecuentemente por ministros novatos que comenzaban, así, con aspectos menores de la labor política. La segunda mitad del siglo XX viene marcado, definitivamente, por el acceso obligatorio y gratuito a la educación. De hecho, es tal la importancia que se concede a la formación de las nuevas generaciones, que la educación, junto a la sanidad y la seguridad, son aspectos garantizados en nuestro país. Por otro lado, hemos de destacar que todos estos avances han corrido paralelos, en imprescindible simbiosis, con el desarrollo de valores democráticos y sociales, así, aparecen los valores de segunda generación.

La educación ya no es sólo una cuestión de gratuidad y obligatoriedad, es además una cuestión de justicia social. La justicia social alude a la necesidad de saber ver la realidad para compensar las desigualdades, sería “la justicia entre desiguales”. Este concepto involucra aspectos relacionados con la igualdad de oportunidades y la equidad social, el estado del bienestar, la distribución de la renta… y supone la concepción de un estado activo que no delega en manos privadas, espurias al concepto actual de educación, este derecho fundamental. Supone, por tanto, educar para un mundo mejor, educar en y para la democracia, educar para aprender a vivir de un modo respetuoso con el otro y con el entorno, para ser conscientes de los peligros de ciertas tendencias que llevan a repetir antiguos errores.




La actual apología de la educación privada nos retrotrae a tiempos que creíamos pasados, y cuyos principios y resultados no son coherentes con los valores de una sociedad que, conocedora de su pasado, se prepara en consecuencia para afrontar y diseñar el mejor futuro posible



Antonia Lozano Díaz
Docente y miembro de eQuo Almería

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