22.1.08

El Maestro.

Me he encontrado, casi por casualidad, trasteando en Internet, este poema de Francisco Molina González, y me he tomado la libertad de ponerlo en El Pizarrín. Lo he extraído del interesante Blog Indocencias. Entre tanta crítica y sensación de hastío y tristeza, bien nos viene recuperar la lectura de un poema que habla, bien a Dios gracias, de los que empuñamos la tiza como arma. Gracias D. Francisco.


EL MAESTRO

Es el maestro forjador del espíritu
de aquellas multitudes que piensan en la gloria,
que presenta la fama cuando es ejecutoria;
al adquirir la gracia que se llama cultura,
y es grande el sacrificio, unido a la constancia,
que convierte esa oscuridad completa
en geniales albores de virtud y enseñanza.
Por el honor que concede la institución,
sagrado ministerio, en fervores canto,
inculcando las letras, las ciencias y las artes,
consigue esa feliz historia de la transformación;
que es guía, luz y esperanza suprema
para brillar después en aquellas esferas
del mundo espiritual y omnipotente;
siendo el mejor presente que le ofrece,
en premios y desvelos, vigilias, sinsabores,
el ver aquellos niños que son hombres mayores,
y en aquellas alturas, celebridad tangible,
admirar con orgullo que ya todo es posible;
y alcanzarán la gloria solemne y verdadera,
que pasará a la historia en su figura señera.
El agradecimiento es virtud honorable,
y tenemos presente la labor admirable
que ofrece a las generaciones presentes y futuras
el insigne maestro, llevando a las alturas
ese ejemplo amoroso de enseñar lo que ignoran
esas frentes de talla berroqueña, esas mentes oscuras;
¡A ti, figura de gloria inmarcesible,
rendimos pleitesía, sintiendo, por esa humilde
gracia, la obligación de nuestra simpatía
!

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