13.1.08

Los 200


Aunque pudiera parecerlo, por la proximidad temporal, no es un remake o el capítulo 1 de la famosa película, a mí me pareció más un viedojuego, que refleja la famosa batalla de las Termópilas aunque, si escarbamos un poco, en el fondo, también estos 200 tiene algo de guerreros y su situación algo de batalla.

El pasado Jueves comenzaron un cursillo de formación los 200 aprobados en las últimas oposiciones al cuerpo de maestros convocadas por la Junta de Andalucía, que han decidio librar su particular batalla en Cádiz capital y no en otro de los lugares de lucha que la Junta de Andalucía ha establecido en la provincia de Cádiz.. Dicha formación, en principio, pudiera ser considerada como algo básico, si bien tampoco tiene mucho sentido que se le ofrezca a alguien que ya lleva un trimestre completo ejerciendo su labor docente. Pero en realidad la oportunidad o no del curso no es el fin de esta entrada. Lo que en realidad duele, lo que en realidad sí es una batalla, en algunos casos concretos tan épica como la de las Termópilas aunque más cercana, es el contenido del curso. Durante tres horas, después lógicamente de una jornada de trabajo, se les ha contado el organigrama de la Consejería de Educación, y enumerado, digo bien, enumerado el sin par conjunto de programas educativos que dicha Consejería oferta, sin que dicha enumeración contemple una mínima descripción de dichos programas. Esto, a los ojos de un profano, no debe de ser una causa de asombro;unos nuevos empleados deben conocer el entramado que sustenta a su empresa. Lo que es realmente ridículo es que se les haga asistir a personas que llevan en esto de la docencia, en muchos casos, más años que quienes les van a impartir el curso. Suena ridículo, quien escribe ha sido testigo directo de ello, pero en el Congreso de celebración del 150 aniversario de la instauración de las escuelas de formación de maestros y maestras, celebrado en Cádiz el pasado Noviembre, un asesor del CEP de Cádiz, cuyo nombre omito por piedad, andaba cuan alma en pena ofreciendo a los allí presentes participar como docentes en estos cursos. Con semejantes planteamientos sólo la buena voluntad de los que impartan la docencia, así como su saber profesional, darán cierta consistencia y sentido a una formación destinada a personas que en muchos casos, por experiencia, sabiduría y circunstancias, debieran ser los que formaran a la Consejería sobre cómo llevar la educación a las escuelas. Mi pequeño homenaje a esos 200 y a su particular Termópilas.

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