2.3.08

Formación, vocación y Nicholas Saunderson.


Una de las ventajas, quizás de las pocas, que tienen los días "D", es que en muchos casos vienen acompañados de un par de días festivos o, al menos, no lectivos. El día "D" Andalucía ha sido así. Y encontrarte con estos "altos" en el camino te dan opción a muchas cosas, entre ellas la charla sosegada.

El pasado Viernes estuve charlando con un compañero, y no por ello menos amigo, sobre la formación del profesorado como complemento a su descripción sobre el tiempo en que ha tenido a una alumna de prácticas en su clase. Con motivo de un congreso celebrado en Cádiz publiqué en El Pizarrín mi opinión sobre el estado de la formación de los futuros docentes, pero en esta charla le añadimos un componente, que aunque siempre ha estado presente en el debate sobre formación de docentes, no había traído a El Pizarrín: ¿es necesaria la vocación y la formación para ser docentes?
Ya sé que se introducen dos términos muy diferentes en la pregunta. Por un lado el asunto vocacional, para el que siempre he tenido una respuesta clara; un docente debe ser buen profesional, preocupado por su trabajo y los destinatarios del mismo. Pongamos por caso un administrativo que se encarga de gestionar las pensiones de viudedad;imagino que no sería esa su vocación cuando se introdujo en el mundo de balances, legislación, programas informáticos, etc... pero si es un buen profesional la viuda, o el viudo, que deba recibir su pensión la recibirá a tiempo y en orden, sin necesidad de que quien se la tramita tuviera o no vocación.

Para la segunda pregunta también he tenido siempre una respuesta clara y concreta. Sin formación no se puede ser profesional en nada, con lo que cualquier añadido sobra.

Luego entonces, ¿dónde está el debate si las respuestas están tan claras? Pues bien el caso se abre en sus posibilidades cuando introducimos, ahora no recuerdo cómo, el nombre de Nicholas Saunderson y empezamos a reflexionar cómo un ciego pudo dedicarse a enseñar óptica en la Universidad de Cambridge. En el fondo un posicionamiento de relativismo cultural y epistemológico, muy acorde con los tiempos en que vivimos, dado que banalizándolo podíamos asentir con la idea, muy extendida, que cualquiera puede ser docente, dado que, al igual que el Saunderson ciego, pueden construirse una visión educativa, como Saunderson su imagen de cómo se ve, cualquiera puede hacerse con las riendas de un aula, con su microcosmos interno, con el curriculum oculto, etc...

No supone esto una negación de que a través de la inteligencia y la cultura, no exclusivamente docentes, alguien no pueda llegar a convertirse en docente; eso supondría negarnos a todos los que estamos aquí, dado que eso es la formación, pero entonces, a lo mejor, estamos afirmando que es necesaria una vocación previa que te defina tu papel de educador dentro de la formación que recibes.

Este era el debate y ahí os lo dejo.

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