20.3.10

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El alumno toma los mandos

La brecha digital que se abre entre la juventud y el profesorado aumenta la participación de los estudiantes en las nuevas aulas informatizadas

JAVIER SALAS - MADRID - 15/03/2010 08:00


"Nos sentimos profes de profes". Paula, Jack, Nico y Wendy, cuatro alumnos de 4º de ESO (15 años), realizaron una de las exposiciones más aplaudidas de un reciente encuentro de los docentes más aventajados en el uso de nuevas herramientas en las aulas, en el marco del Instituto de Tecnologías Educativas (ITE). Fueron los propios alumnos quienes explicaron cómo y por qué se usa el ordenador en su colegio. La intención de su profesor, César Poyatos, era mostrar el cambio que se avecina en la enseñanza española.

Un cambio obligado porque ahora el partido se juega en el terreno de juego de los alumnos, nativos digitales que han crecido agarrados a los mandos de sus videoconsolas y pegados a los botones de sus móviles, familiarizados con las tecnologías de la información y comunicación (TIC) desde su nacimiento. Y, según los expertos, lejos de suponer un problema insalvable, la brecha digital entre escolares y profesores está dinamizando las aulas, fomentando un cambio metodológico radical.

Se trataba de demostrar que hay que romper un modelo de enseñanza en el aula. Hay que asumir un relevo generacional en los métodos, en el que el profesor no es la única fuente de conocimiento, sino un dinamizador de experiencias para que, a través de las herramientas, el alumnado aprenda a crear, interpretar, analizar... Si no les cedemos el protagonismo en clase, no podrán desarrollar esas destrezas", asegura Poyatos.

El actual sistema educativo español, en virtud de la Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006, demanda que el alumno finalice su enseñanza siendo capaz de desarrollar destrezas básicas "en el campo de las tecnologías, especialmente las de la información y la comunicación". Unas destrezas para las que con frecuencia están más preparados que sus maestros (como muestra el gráfico), especialmente en lo referido a publicación de contenidos en la Red y la mensajería instantánea.

El presente curso se recordará por el desembarco de ordenadores portátiles en las aulas, que culminará en abril, en virtud del proyecto Escuela 2.0 que han firmado el Ministerio de Educación y todas las comunidades autónomas, salvo Madrid, Murcia y Valencia (las tres gobernadas por el PP). Es previsible que la entrada masiva de ordenadores en las aulas convierta a muchos escolares en lazarillos digitales, que saquen provecho a su pericia frente a profesores menos duchos en el entorno digital.

El director del ITE (organismo del que depende la formación del profesorado para la digitalización de la enseñanza), Antonio Pérez Sanz, adelanta la revolución que está germinando: "Vamos a cambiar el método. Nos estamos encontrando con muchos profesores que se apoyan en los alumnos aventajados en nuevas tecnologías para, a la vez, aprender con ellos y motivarlos. Los ponen de su parte".

Nuevas herramientas


"El profesor no tiene por qué ser el que más sabe de nuevas tecnologías, su papel es el de darles sentido pedagógico", defiende Pérez, quien se encuentra en estos momentos peleando por otro cambio de mentalidad tan necesario como el de los docentes: el de las editoriales. Educación pretende firmar este año un convenio con las empresas proveedoras de contenidos pedagógicos para que se obliguen a adaptarlos a las TIC. "Esperamos que para el próximo curso el compromiso se cumpla al menos en áreas básicas, como Matemáticas y Lengua", asegura Pérez.

Fran Iglesias, profesor implicado desde hace años en el Proyecto Grimm para utilizar de forma creativa la tecnología en las aulas, reconoce que, aunque lentamente, la relación entre la tarima y los pupitres está mutando. "Nos movemos hacia un modelo en el que el profesor debe mostrar a los alumnos estrategias y habilidades para gestionar el torrente de información. Un profesor del siglo XIX se iba a sentir muy cómodo en una clase de hoy. Hay que cambiar el patrón", defiende.

Su colega Francisco Muñoz, un maestro que lleva años analizando la transición tecnológica en su bitácora Aulablog21, desearía que las administraciones introduzcan incentivos para que los más inexpertos se atrevan con el ordenador. "El profesor que no controla los nuevos lenguajes se limita a no encender el ordenador y así se evita la posibilidad de que le chuleen en el aula", asegura este autodenominado colono digital: "pionero del Oeste 2.0".

Los colonos no son mayoría, ya que aunque todos los estudios coinciden en que el 90% asume que debe incluirse las TIC, la proporción de docentes que las usan desciende considerablemente. "Muchos temen su incorporación porque altera la organización del aula y pierden el dominio", describe Manuel Area, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de La Laguna.

Según todos los expertos consultados, el número de docentes que sencillamente se niega a avanzar hacia la renovación de sus métodos no superaría el 20% del total, compuesto en su mayoría por los más veteranos. Pero algo está cambiando. Los datos del ITE muestran que en el último año creció un 40% el número de educadores que recibió un curso de formación en nuevas tecnologías, más de 26.000 en total. Una cifra que sólo incluye los cursos realizados en la red del ministerio, ya que cada autonomía cuenta con sus propios sistemas formativos.

Aun así, es fácil detectar una crítica generalizada contra los planes de estudios de las carreras que preparan a los docentes del futuro, por no introducir de forma adecuada la formación en TIC. "No hay suficientes materias que aborden la situación que se va a dar de ahora en adelante en las aulas, en especial tras Escuela 2.0, sobre todo en secundaria", critica Area.

La reconversión del profesorado va a ser un proceso muy complejo, ya que el salto que se va a dar es inmenso. Hoy, el porcentaje de españoles que ha usado el ordenador para el aprendizaje está a la cola de Europa, con un exiguo 7,2%. Muy lejos de la Europa tecnófila, encabezada por daneses (42,4%) y suecos (38,1%).


Tomado del diario Público.

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