30.5.08

Café y escuela.


La hora del café, a eso de las 5 y media o seis, es quizá una de las mejores horas del día. Ya la digestión nos ha devuelto la vitalidad, percibimos que comienza el tramo final del día y nos planteamos iniciar todas esas actividades pendientes: ir al supermercado para preparar la cena o el almuerzo del día siguiente, revisar el correo (electrónico, claro), echar un vistazo a esas webs cercanas, leer un rato, escuchar algo de música, etc...Y todo ello hace que tengamos una cierta predisposición a la reflexión en esos momentos.

Por eso, la otra tarde, charlaba con un compañero sobre educación y me planteó una reflexión que me dejó un poco confuso. Decía que en pleno mundo globalizado hasta la comida lo es, y ponía de ejemplo las grandes cadenas de comida rápida americana. Charlábamos sobre la polémica que se ha desatado entre cocineros españoles acerca del uso de determinados productos en la elaboración de platos.Hasta ahí todo bien.El caso es que la conversación giró hasta plantear que en todas, o casi todas, las circunstancias en que nos desenvolvemos la globalización es un hecho. Hace 20 o 25 años las tiendas de moda de, pongamos por caso, Valladolid tenían una personalidad y unos productos diferentes a las de Cádiz o Barcelona. Hoy día pasear por el centro de cualquier ciudad, española o europea, es hacerlo por una especie de decorado común en la que hacemos el papel de "extras consumidores".

Sin embargo acabamos descubriendo, o al menos exteriorizando, que esto no sucede en uno de los ámbitos más importantes de nuestra vida:la educación.

Es curioso comprobar cómo cada comunidad en España tiene unos criterios propios, una evaluación del sistema distinta, etc...Pero si salimos fuera de nuestras fronteras tenemos más (que muchas veces no mejor) de lo mismo. En un mundo globalizado la educación tiende a ser cada vez más local, bajo el pretexto que las nuevas tecnologías son el nexo de unión, la forma de poner en contacto y uso los conocimientos locales, que se interiorizan, con el mundo exterior, sin un planteamiento de quién confecciona esa tecnología, la difunde, ... ni cómo se accede a ellas y con qué formación.En definitiva sin poner en tela de juicio la autoridad del conocimiento que ahí circula, ni la forma de control y acceso al negocio, pensando que la construcción social del conocimiento, a la que estas nuevas tecnologías contribuyen excepcionalmente, puede hacerse sin una base común que estructure las experiencias, ideas, y conocimientos previos que cada ciudadano de forma individual, y de acuerdo a su cultura y vivencias, trae consigo

¡Quién lo diría!Uno buscando un McDonald en educación.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Pidamos lo imposible...un Bulli para todos. (Con permiso de Santi Santamaría, claro).

Me gustó el artículo, aunque esa globalización en la enseñanza, ese núcleo común, ¿no chirría un poco con una educación que parta de la individualidad de cada alumno?