27.5.08

Otra escuela.

Muchas veces anda uno metido de lleno en el trajín de las clases, en el día a día con nombre y apellidos, que deja de ver, o buscar, realidades distintas a las que nos rodean y de las que sacar algún ejemplo, algún provecho, educativo. Sandra, una lectora de El Pizarrín, me envió un enlace interesantísimo sobre el CEIP "La Navata", un colegio de la sierra de Guadarrama, y del que, aparte de recomendar su lectura, os dejo algunas líneas.

Gracias Sandra.

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Hablar de una escuela en que los niños disfrutan trabajando (lo que aquí quiere decir leyendo, escribiendo y dialogando) suscita una reacción inmediata de incredulidad. Al igual que ocurriera con la antropóloga Margaret Mead en Samoa hay quien considera que mi explicación sobre el funcionamiento del CEIP “La Navata” es un fruto conjunto de una suerte de fascinación hipnótica del investigador y del engaño inconsciente de los sujetos de investigación.



Nada más entrar en el aula hay un tablero de información general en el que aparecen el horario del grupo, las comidas del mes. Encima de él hay una hoja en la que recoge la mejora de la semana, la cual puede referirse tanto a temas estrictamente curriculares (por ejemplo, mejorar la ortografía) como a temas de comportamiento (repasar las “reglas del juego”, hablar lo justo, etc.). Buena parte de dos de las paredes están dedicadas al proyecto sobre el que se está trabajando: el cine. En una de las paredes hay un gigantesco esquema de la cronología del cine con las películas más destacadas de distintas épocas y de diferentes géneros cinematográficos. En la otra hay carteles de distintas películas y dos hojas de periódico correspondientes a la cartelera de un día del año en que nacieron los niños de esta clase: 1994.

En uno de los tablones hay un espacio dedicado a temas pendientes de la asamblea. Hay, junto a ello, un recorte de periódico, escrito por los propios niños, titulado: “Señor director, no quiten Shin Chan”. Hay una cartulina con las fechas de los cumpleaños, celebración esencial en cualquier colegio. En las aulas de primer ciclo hay una alfombra o moqueta que sirve de escenario para el desarrollo de las asambleas.

Todas las aulas contienen una atractiva biblioteca infantil y juvenil también al borde de la saturación. Hay libros todo tipo, desde libros de editoriales de libro de texto a libros de editoriales como Alfaguara, cómics de Mortadelo, diccionarios de diverso tipo (desde el escolar de Anaya al de bolsillo de la Real Academia).

También puede haber un tablón con recomendaciones, palabras difíciles, reglas de ortografía. Algunas mesas sirven como soporte para reproductores de CDs y MP3 o de algún ordenador.

La mesa de la profesora no es fácilmente detectable a primera vista. En la mayoría de las ocasiones no preside la vida del aula, sino que puede estar en un rincón o en un lateral y en cualquier caso suele estar desbordada de papeles fruto de la actividad en clase que la ocultan a la mirada del observador exterior.

Incluso en el pequeño espacio entre el dintel de las ventanas y el techo puede haber retratos estilo Picasso. O el espacio que hay debajo de la pizarra puede aprovecharse para poner un mapamundi.

En algún lugar suele haber una cajonera con material de oficina. Hay también unas estanterías con los materiales de plástica. Y, por si esto fuera poco, del techo pueden colgar trabajos manuales realizados por los niños.

Algún aula cuenta con un lujoso y atractivo “Rincón del escritor”. Se trata de una elegante mesa antigua de un despacho de escritor con un libro antiguo, plumas y tinteros sobre ella.

Durante algunos periodos puede ocuparse parte de la zona más próxima a la pizarra para colocar un pequeño expositor. Por ejemplo, durante mi periodo de visita allí se habían depositado los trabajos titulados “Mi vida”.

Las aulas están tan sumamente vivas que la posición física del observador resulta complicada. No es fácil decidir donde ponerse, no está claro cuál sea la parte frontal o trasera del aula. Los niños se mueven con entera libertad. En definitiva, se trata de unas aulas que incitan a la aventura del trabajo intelectual.



La hora de entrada en el centro y en las aulas no requiere del uso ni de timbres ni de sirenas. Paulatinamente los niños van llegando al aula, de modo que menos de diez minutos después de la hora oficial de entrada ya se está trabajando a pleno rendimiento. Los padres y las madres tienen la posibilidad de aprovechar este corto periodo de tiempo para intercambiar impresiones o información con las profesoras. Una profesora me comentó indignada la existencia en algunos centros de carteles del tipo “padres, no” bastante similar al utilizado para ahuyentar la presencia de perros y otros animales domésticos en los establecimientos públicos
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En este colegio se parte de lo que saben los niños para desde ahí trascender sus conocimientos y llevarlos a cotas más elevadas de comprensión, de aplicabilidad y de abstracción. ¿Por qué es importante partir de lo que saben los alumnos? En realidad, la escuela –tal y como dijera el pedagogo italiano Francesco Tonucci- suele partir del supuesto de que el verdadero aprendizaje comienza cuando los niños llegan a ella. De este modo, desdeña sus saberes previos, cuanto hubieran poder aprendido o experimentando por su cuenta, por el contacto con sus familiares y amigos, en definitiva, por haber nacido en un entorno dotado de especificidades que a la escuela parecen no importar.

Partir de lo que saben los alumnos no es algo que admitan todas las pedagogías. Hasta hace bien poco se había venido entendiendo que para aprender había que sustraerse al entorno. Si de lo que se trata es de aprender conocimientos científicos da igual donde esté situada la escuela y cómo sean sus alumnos. Este sería el modelo monacal de reclusión en un recinto artificial de transmisión de conocimientos. De hecho, algunas escuelas –en su inmensa mayoría privadas, especialmente las de ideología cristiana- practican este modelo. En el mejor de los casos el entorno es un escenario que se puede visitar, sobre todo si es una prolongación directa de la escuela: museos, salas de conciertos, exposiciones, etc
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Lo que está claro es que si hay alumnos con problemas en la secundaria es porque previamente no les ha ido muy bien en la primaria. Pese a que no hay duda de que el profesorado de este último nivel está habituado a que ha de bregar con la diversidad extrema que supone atender a toda la población de hasta doce años la escuela primaria es un elemento de división social. ¿Cómo hacer que la escuela resulte familiar y acogedora a los niños de distintas clases sociales o grupos étnicos? La respuesta a esta pregunta es lo que ha dado lugar a la preocupación por hacer que el mundo de los grupos excluidos –que, no se olvide, en este terreno son la inmensa mayoría de la población- esté presente en la escuela
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Hecho este breve excuso teórico veamos qué hace el CEIP “La Navata”. Desde mi punto de vista hay dos elementos claves –y no son los únicos- que permiten hacer aflorar el mundo de los niños: las asambleas y los trabajos por proyectos. Para los mayor parte de los profesores del centro trabajar haciendo asambleas y proyectos es un experiencia maravillosa. Con las asambleas el objeto de trabajo es lo que los alumnos puedan plantear, es decir, todo el universo y no solo una parcela de él. Una enseñanza tan abierta requeriría de unos conocimientos enciclopédicos que una sola persona no podría tener. Lo que sin duda exige es que el maestro sea una persona cultivada, cosa que los centros de formación del profesorado distan de asegurar. Buena parte del sobre-esfuerzo laboral en un centro como este deriva de esa pésima formación inicial que hay que subsanar con una práctica guiada por el entusiasmo y la inteligencia
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Más que de asamblea deberíamos hablar de ágora, puesto que de lo que se trata es de propiciar un escenario en el que fluya la palabra ordenada del alumnado. Hay una obvia conexión con el método socrático de la búsqueda de la verdad mediante la palabra. La asamblea consiste, básicamente, en que cada uno de los niños y niñas presente alguna noticia. Esta noticia puede ser una noticia convencional extraída de algún periódico –local o nacional-, de algún noticiario televisivo o de las propias vivencias de los alumnos. De lo que se trata es de explicar en sus propias palabras lo que les ha llamado la atención de una parcela del mundo. Para ello han de hacer un ejercicio periodístico de estructuración de las noticias. Pero se va más allá: lo normal es tratar de aventurar alguna explicación sobre por qué ocurre lo que ocurre.


Además de las asambleas de aula cada dos lunes tiene lugar, en la sala de profesores, una reunión de los delegados de cada una de las dieciséis aulas de primaria. En total unos treinta y dos niños hablan sobre los problemas globales del colegio. Los temas abordados suelen referirse a aspectos tangenciales, aunque importantes, de la vida del centro: conflictos, reparto de las pistas del patio, comedor, efemérides diversas (por ejemplo, día del agua), propuestas para la vida familiar (por ejemplo, día sin tele). Quiero con todo esto decir que el núcleo duro de la vida en el colegio, lo que ocurra en el interior de las aulas, no suele ser objeto de debate. Sin embargo, las disparidades –e, incluso, contradicciones- entre distintos estilos docentes salen a relucir cuando unos representantes declaran que es la profesora, y no su grupo, quien les ha otorgado la condición de tales. Esta asamblea podría ser un escenario propicio para que el alumnado contrastase los diferentes tipos de estilos docentes, de contenidos curriculares, de actividades que existen en sus aulas. Sin embargo, pese a que los profesores del proyecto estarían encantados de que estos temas aflorasen, los niños no los plantean
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Este es un centro que trabaja a partir de proyectos. Un proyecto es una temática –por ejemplo, los medios de comunicación- en torno a la cual se pueden hacer girar todos o la mayor parte de los contenidos, procedimientos y actitudes que se desea desarrollar en un ciclo, un curso o una parte de él. Además, los proyectos tienen la enorme virtud de conectar la docencia y las inquietudes cognitivas de todas las aulas del centro. No solo eso: es capaz de provocar la implicación de las familias. Por ejemplo, en el segundo trimestre del curso se trabajó sobre los medios de comunicación. Cada aula decide qué aspecto trabajar de los medios de comunicación: la prensa, el cine, los satélites, etc.

Todo el centro hace ver que se trabaja este tema. Se inventa un lema (conecta, contacta y comparte) que aparece rotulado a la entrada en el hall, los niños de sexto curso lo imprimen en las camisetas de su viaje de fin de estudios, es el motivo de la fiesta de carnaval. Durante unos días la biblioteca –o desván- se convierte en una exposición de medios de comunicación cuyos materiales son aportados por los padres (es increíble la cantidad de objetos que se pueden reunir cuando se cuenta con el entusiasmo de la gente). La prensa local se hace eco de esta exitosa exposición. Algunos viernes por la tarde se proyectan películas sobre las cuales se está hablando en las aulas. Las visitas –por ejemplo, al museo de Telefónica- que hacen los niños fuera de la escuela están relacionadas con el proyecto. Las visitas que reciben también están en la misma órbita. La pausa del mediodía se dedica a una reunión en la sala de profesores con profesionales que trabajan en un conocido programa de radio. Es decir, se desarrolla un intenso sentido de pertenencia, de comunidad de aprendizaje al que resulta difícil sustraerse
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En este colegio los niños no tienen que adquirir libros de texto. Las bibliotecas de aula tienen libros de texto a igual título que el resto de los libros, es decir, son un material de consulta más. Quizás la ausencia de libros de texto sea la clave que permite explicar por qué la enseñanza se centra en lo que saben y en lo que pueden descubrir los alumnos. Pese a que no contar con libros de texto abre un mundo infinito de posibilidades, su ausencia es uno de los focos recurrentes de discrepancia en el claustro.

Los materiales curriculares que se utilizan en este centro proceden de fuentes diversas: libros de todo tipo, enciclopedias, información y ejercicios bajados de Internet, la sala de informática, folletos diversos, algunos de los escritos de los propios alumnos y un largo etcétera. En definitiva, aquí no se sigue el dictado de los libros de texto. Ocasionalmente se puede hacer uso de este tipo de libros pero lo es a igual título que se utilizan otros materiales. Esto significa que los alumnos no han de adquirir libros de texto y que el profesorado no tiene resuelto de antemano el guión curricular que ha de vertebrar sus clases. Esta es una de las grandes ventajas que ven los niños en este colegio: no han de basarse en el libro de texto y eso les permite decidir los temas sobre los cuales investigar y leer.

Esta situación provoca un leve desconcierto entre ciertos sectores de las familias y entre la mayor parte de los profesores recién incorporados al centro. A los primeros la ausencia de libros de texto les plantea la duda sobre cuáles sean los contenidos cognitivos que aprenden sus hijos y si no estarán en situación de desventaja con relación a otros centros. A los profesores recién llegados les asalta el miedo al vacío de tener que enfrentarse a una clase sin el parapeto del saber oficial condensado en el libro de texto. Uno de los objetivos del colegio es tratar de convencer a familias y profesores recién llegados de que no hay motivo alguno para el pánico. Antes al contrario, y se verá a lo largo de este escrito, este colegio es mucho más eficaz que cualquier centro convencional.

Sin duda es más difícil hacer ver a los profesores que es posible trabajar sin libros de texto que a los padres. Al fin y al cabo estos últimos son, pese a que el profesorado de este centro haga lo posible porque deje ser así, un público cautivo al que no le queda más remedio que adaptarse a la situación, salvo los pocos que se hayan tomado el trabajo de elegir deliberadamente el centro. Sin embargo, el profesorado nuevo procede de un contexto en el que lo habitual es el reinado del libro de texto y, en el caso de los recién diplomados, de los apuntes o la palabra del profesor universitario. En este contexto no es extraño que puedan sentir que el mundo se mueve bajo sus pies
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Y habría más cosas que poner , pero recomiendo la lectura del enlace original.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué fácil parece todo en algunos sitios. ¿Te has preguntado por qué esto, si es tan maravilloso, no es lo habitual?

Pepe dijo...

¡Ay, amigo anónimo¡ Todo en la vida nos parece tan fácil pero tan lejano de alcanzar cuando nos ponemos a ello... Esto, como otras tantas cosas, no es sino un cúmulo de condiciones que se dan en unas coordenadas espacio-temporales:un grupo de docentes con ideas similares, apoyo desde la administración no poniendo excesivas trabas, implicación de las familias, y sobre todo mucho, mucho, trabajo. Pero en ocasiones debemos decir aquello que se decía en el Mio Cid "qué buen vasallo si tuviese buen señor". No sé si me explico.