24.6.07

Barbacoas y Tradiciones.



Después de unos días atareado con las tareas propias del final de curso, sin duda los peores días del año, retomo el hilo de escribir en El Pizarrin.

Como habréis observado me he unido a la propuesta que me hace Carmelo, uno de los Blogs que te recomienda El Pizarrin, en la que me pide me una a la campaña pro defensa de las Barbacoas.

Siempre he tenido tendencia a defender aquello que se quiere prohibir, aún cuando en muchos casos no he estado de acuerdo con lo que se quería prohibir. Este es un caso parecido.

Hablar de tradiciones es un poco complicado. Las fiestas de hoy distan mucho de ser lo que la tradición que las ha conservado pretendía. Las ferias de ganado del XIX, nada tienen que ver con los recintos feriales de hoy en día; el espíritu romero de hace, pongamos 60 años, no es ni por asomo lo que aflora en los cortejos de romerías que afloran cada vez más en número y participantes. Y sin embargo todas ellas, ferias y romerías, llevan celebrándose más de un centenar de años.

Por no hablar del Carnaval de Cádiz, tan distinto en formas y desarrollo al de pongamos los años 78/80 del siglo pasado. Y no digamos de cómo era en siglos anteriores.

Es decir, que aunque hayan cambiado en forma y fondo, llevan desarrollándose desde hace muchos años. Y ahora entran las barbacoas. Aunque no soy de Cádiz, llevo viviendo aquí 30 años, lo que me da opción a hablar un poco de la ciudad y sus tradiciones. Ciñéndonos al tema de las barbacoas, es un fenómeno relativamente nuevo, por lo que hablar de tradición me parece un poco precipitado; no negaré que bien pudiera continuar dentro de 100 años, pero por ahora lo dejaremos es un hábito reciente, un rito construido hace unos pocos años. Y digo que lo dejaremos porque otras muchas tradiciones del Trofeo Carranza, que eran inherentes al mismo e incluso fomentadas por las autoridades de la época han desaparecido, como por ejemplo el regalar un saquito de sal a la entrada, o el jugar los partidos en Sábado y Domingo, o incluso más anterior, el dormir al raso en tumbonas destinadas a tal efecto. Por tanto nada debe decirnos que esto es una tradición, al menos por ahora.

Pero puesto que me adhiero a su intento de prohibición, creo debo justificar mi postura.

Cualquier hecho popular que se produzca debe ser un hecho que nos deje una vía abierta para su uso social; el fútbol, el carnaval, los toros, coger el autobús, las barbacoas. Perder la oportunidad de reflexionar y aprovechar estos momentos para que esa masa informe que formamos todos los que alguna vez hemos estado en una de esas circunstancias podamos ver qué hacemos. por qué y para qué, es algo que no podemos permitirnos. Recordar la foto del "Chalet Zapata", de los restos de sofás, inodoros,colillas,... es algo que clama al cielo. Pero quizás la oportunidad se ha desaprovechado. No consiste en prohibir, sino en añadirle nuevos retos a cada celebración. ¿Qué importa salir en el Guinnes de los records en esas circunstancias de paraíso de los restos al amanecer? ¿Por qué no hay propuestas de salir en ese mismo libro como record de limpieza tras la marabunta del pinchito y la sardina? Todo momento debe ser educativo y este es uno de ellos, sobre todo en una ciudad como la nuestra donde los espacios públicos son maltratados constantemente. Por tanto, sí a las barbacoas, pero vamos a proponer una serie de medidas que hagan de la mañana siguiente un lugar mejor que el del día antes.

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