1.10.07

Noticias de carretera.


Acabo de ver las noticias en la televisión. Insisten en el aumento del número de muertes de jóvenes menores de 19 años este fin de semana, y aparecen unas imágenes de un instituto en el que, alrededor del patio, un enorme corro silencioso de adolescentes rinde homenaje a dos compañeras de 15 años que han muerto en uno de los accidentes de coche que con cruel monotonía nos recuerda nuestra fragilidad cada inicio de semana.

Normalmente a este tipo de información le acompaña unas frases de algún señor o señora bien vestido, técnico o representante de unas siglas pomposas, que invariablemente habla de la necesidad de llevar a la escuela la educación vial.

Hoy no es así. Y sin negar que la escuela debe estar al servicio de las demandas educativas sociales, se me viene a la cabeza el por qué nadie hace referencia al hecho lamentable que esas dos adolescentes muertas estuvieran en la calle a esa hora y de esa forma. A mi, personalmente, me parece un disparate que a esas edades y a esas horas se permita a unos chavales y chavalas campar por dondequiera les plazca, y no por el qué podrán o no hacer; ya sé que uno hace lo que quiera independientemente de la hora. No es eso; es el hecho de la permisividad aceptada comúnmente y de forma tácita por la sociedad, so pena de pasar por retrógrado o carcamal. Es el hecho de requerir educación a la escuela y no solicitarla de igual manera a las familias. Partiendo del hecho de que es imposible educar a granel, también es imposible educar individualmente si todos (e incluyo a las familias) no remamos en la misma dirección y perdemos el miedo a retomar unas normas, unas líneas de control, que sabemos de antemano van a ser superadas y derribadas por ese enemigo afectivo que son nuestros hijos/as, pero que les servirán de ayuda cuando por ejemplo, deban decir no a montarse en un coche cuyo conductor va borracho.

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