9.3.09

Esfuerzo, educación y ambiente.

Siempre hemos considerado que la persona se forma no desde un sólo punto sino desde la confluencia de muchos factores y condicionantes, entre ellos el lugar donde uno vive, la posibilidad de acceso a la educación y el esfuerzo personal.



Ayer se publicaba en ABC.es el siguiente artículo, que viene a poner sobre la mesa, a las claras, que salir de un pozo no es imposible, muy difícil sí, pero no imposible. Un rayo de sol en devolvernos la esperanza a aquellos que aún seguimos creyendo que la educación es útil, un "arma cargada de futuro".



Las otras carreras de las Tres Mil Viviendas POR ALBERTO GARCÍA REYES




Javier, Juan José, Emilio, Noelia, José María y Manuel han conseguido titulaciones universitarias y de grado superior tras educarse en el Polígono Sur. KAKO RANGEL

El absentismo escolar no es sólo una lacra en las Tres Mil Viviendas. Es la fuerza centrífuga sobre la que se yergue el laberinto en que se ha convertido el barrio. No hay salidas. Pero el esfuerzo titánico de algunos de sus vecinos les ha convertido en dédalos, aunque son pocos los héroes que han podido esquivar al minotauro del fracaso escolar. Según datos del Plan Integral del Polígono Sur, sólo el 7,3 por ciento de los habitantes censados allí tiene titulación profesional o universitaria y más de dos tercios de la población es analfabeta total o funcional. Por decirlo de manera más contundente: el 90,2 por ciento de la población activa y el 89 por ciento de los desempleados del Polígono Sur no ha accedido a formación reglada ni ocupacional para el empleo.
Por eso merecen mayor genuflexión quienes han logrado superar los obstáculos «naturales» del barrio para llegar hasta la Universidad. Vaya por delante el dato de que ningún alumno de las Tres Mil se ha matriculado este año y que sólo dos se presentaron, sin éxito, a la Selectividad. Porque esta circunstancia permite baremar con mayor justicia los logros del 2,1 por ciento de graduados universitarios que hay en el Polígono. ABC ha localizado a varios de ellos para hacer un recorrido por los entresijos del barrio. Desde el conocimiento que tienen de la zona y la formación a la que han podido acceder a fuerza de mucha voluntad. Emilio, Noelia, Javier, Emilia, Juan José y José María analizan las virtudes y principales problemas de las Tres Mil Viviendas.

Emilio, educador social

Emilio Roldán, de 26 años, estudió Educación Social en la Pablo de Olavide. Se ha criado en la Avenida de la Paz mientras se formaba en el Instituto Polígono Sur. Después de repetir 4º de ESO, se integró en el llamado programa de diversificación, donde un profesor le dijo que estaba desahuciado para los estudios: «Aquello me dolió mucho, porque yo soñaba con llegar a la Universidad. Quería ir a Granada a estudiar Educación Física, pero tras terminar el Bachillerato y aprobar la Selectividad, decidí hacer el curso de Animador Deportivo. Y entonces me lesioné una rodilla y lo tuve que dejar, pero en el Instituto me animaron a estudiar Educación Social en la Pablo de Olavide. Fue una etapa muy difícil para mí porque mi padre estaba en el paro y mi madre es ama de casa». Terminó la diplomatura en tres años. «Los profesores me eligieron, por mis circunstancias, para dar el discurso de graduación, algo que fue para mí un gran premio».

Noelia, diplomada en Turismo

Noelia Rodríguez tiene 23 años y estudió Turismo. También se ha formado en el I.E.S. Polígono Sur y vive en la zona conocida como Los Verdes. Tras finalizar la carrera ha estado dos años trabajando en cuestiones ajenas a lo suyo, por lo que ha decidido volver a estudiar y ahora afronta un grado superior de Administración y Finanzas. «Yo tenía claro que quería ir a la Universidad porque se me daban bien los estudios, pero en mi ambiente no era una cosa normal. En mi plazoleta sólo hay una muchacha que aprobó la Selectividad, pero no fue a la Universidad». Su padre, que trabajaba en el cuartel de Intendencia, murió hace nueve años, por lo que ella y sus dos hermanos viven de la paga de viudedad que le quedó a su madre. Aún así, su hermano Manuel, de 32 años, estudió Ingeniería Técnica Industrial. Y su hermano pequeño, José María, de 20 años, cursa un grado superior de Telecomunicaciones.

Juan José, filólogo

Juan José Roldán es hermano de Emilio y estudió Filología Inglesa. Actualmente está matriculado en un máster de Traducción e Interculturalidad en la Hispalense. Él también pasó por el I.E.S. Polígono Sur, pero «el nivel y el ambiente en dicho centro no eran los más idóneos para estudiar mucho y obtener buenos resultados, ya que era el primer año que se implantó la ESO en el centro. Por ello, y recomendado por el profesorado, cambié de centro, yendo a parar al IES Nervión, donde estuve desde 2º de ESO hasta acabar el bachillerato de Humanidades. En el 2003 hice la Selectividad, obteniendo un 8,24 de nota, la segunda más alta del instituto». Se licenció sin suspender un solo examen y actualmente hace prácticas en el Instituto Cervantes de la Macarena. «Para el futuro tengo pensado presentarme a las oposiciones de profesor de inglés para Secundaria, que se supone que tendrán lugar en el 2010, aunque no descarto dedicarme a la traducción».

Javier, pedagogo

Javier Gómez es licenciado en Pedagogía. Se crió en Getsemaní, justo enfrente de Los Amarillos. Cuando llegó a la Universidad, todos a su alrededor lo miraron como a un héroe: «En aquel momento no había igualdad de oportunidades en este barrio, nosotros no teníamos las mismas oportunidades. De hecho, algunos de mis compañeros de clase habían muerto y otros se están muriendo por culpa de las drogas, y los demás no han accedido a la Universidad por la presión de un contexto social que no permitía el acceso a ese nivel de estudios. Nuestros padres no nos empujaban porque no venían de ese mundo. De hecho, mi madre quería que yo me pusiera a trabajar porque hacía falta en mi casa. El camino desde aquí es más difícil que desde otros barrios. Una cosa es a nivel administrativo, que aquí sí hay acceso, pero otra cosa es a nivel social, y en el imaginario cultural del barrio la Universidad no está. Por eso las dificultades son muchas». Actualmente trabaja en el Comisionado para el Polígono Sur.

Emilia, diplomada en Educación

Pero uno de los casos más llamativos es el de Emilia Canela Acosta. Ella había estudiado hasta 3º de BUP y empezó COU estando casada, «pero no pude terminarlo porque tenía dos niños». Junto con su marido fundó la Asociación de Vecinos del Polígono Sur y se adentró en las labores sociales del barrio. «Cuando los niños ya empezaron a tener una edad me planteé volver a retomar los estudios y con las convalidaciones me metí en FPII para hacer Informática, pero estando allí, el director, Antonio Rescalvo, me dijo que había solicitado a la Delegación de Educación que le dotaran de un módulo. Me pidió que buscara gente para que se lo dieran, así que yo misma me metí. Fui de la primera promoción de Técnico de Actividades Culturales de ese Instituto». Poco después, con 41 años, se matriculó en Educación Social en la Pablo de Olavide. Ahora tiene 49, un hijo de 29, una hija de 28 y una diplomatura. «En la Facultad me llamaban mamá, pero yo les decía que me llamaran abuela porque todos mis compañeros eran más jóvenes que mis hijos». Actualmente, Emilia, que vive en la zona denominada Paz y Amistad, trabaja en la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz.

La droga, principal problema

Juntos mantienen un debate sobre los problemas del Polígono Sur que propicia Raúl, el vigilante del Instituto, un chaval al que le duele en el alma su barrio. Emilio comienza contando un proyecto que tiene junto a varios compañeros de la Facultad: «Nos gustaría crear una oficina europea en el Polígono para que los chavales de la zona puedan viajar al extranjero. Aquí hay muchas cosas por hacer, hay mucha gente sin trabajo, por lo que debería hacerse una promoción hacia el empleo juvenil». Noelia apostilla entonces que la principal barrera de las Tres Mil está provocada por el absentismo escolar. Todos asienten. Emilio, además, va más allá: «No basta con entretener a los chavales durante el verano, hay que trabajar con ellos todos los días del año, en un verano no se solucionan los problemas de un año entero. Hay muchísimos chavales que tienen algo especial y porque no se han encontrado con alguien que les ha dicho que valen, no se han dado cuenta. Hay que darles “feedback” positivo a los chavales que están todo el día con la motito para arriba y para abajo. Hay que explicarles que a lo mejor no van a llegar a la Universidad, pero pueden estudiar montaje de aires acondicionados y ganarse la vida con eso». Noelia y Emilia están completamente de acuerdo. Pero esta última quiere dejar claro que el problema no radica en la falta de medios educativos: «El Centro Cívico El Esqueleto está saturado, pero hay que utilizar los centros educativos porque el Polígono Sur está muy bien dotado y eso hay que aprovecharlo. Hay que fomentar más los ciclos porque hay chavales que no pueden llegar a la Universidad por problemas familiares, económicos o psicológicos, pero los institutos deben dar ciclos formativos». Emilio se apasiona con estas conversaciones: «Hay que potenciar que los chavales vayan todos los días al colegio. Si haces eso, estarás creando un tejido juvenil. Pero hay demasiado absentismo escolar. Cuando trabajé en el Colegio Andalucía me encontré un problema muy gordo, que eran las personas que venían de las chabolas de los Bermejales, de ese asentamiento que desalojó el Ayuntamiento con aquel dinero. No se podían ver entre ellos mismos, había problemas de piojos, niños que venían sin comer... Las familias se dedican a vender en los tenderetes, muchas están desestructuradas porque el padre o la madre está en prisión, hay tráfico de drogas, los niños ven que es más fácil vivir de lo que hacen papá o mamá que estudiar... ¿Para qué van a ir al instituto si pueden tener un BMW? Ese problema no se ha eliminado. Hay que dejarse de tantas tonterías de peleas políticas e ir a las cosas que interesan, no a lo banal de conseguir el voto. Un chaval tiene que estar en el instituto en vez de en casa viendo cómo su familia trapichea con temas de drogas, tenemos que luchar para que ese chaval esté en clase. Cuando lo hayamos conseguido, habremos triunfado todos. Mientras, hay que seguir luchando». Por todo ello, coinciden, aunque en comandita, en su visión de la clase política: «Hay que luchar para que la gente sea más cívica y dejarse de tantas fotos de políticos. Monteseirín y Torrijos vinieron a mi Instituto a hacerse la foto —explica Emilio—, pero yo no puedo con eso, porque lo que tienen que hacer es trabajar. Y lo digo también por la oposición. No sé qué pasa en la política sevillana que es tan rancia, que no saben ir a los problemas. Se los crean ellos mismos. Monteseirín tiene problemas en su propio partido. IU tiene problemas con Lolo Silva, que se tuvo que ir. Y Zoido se conforma con ir a los barrios para arreglar los bancos. Yo soy de izquierdas, pero no puedo con mi alcalde. A ver si se presenta a las elecciones europeas y se va de Sevilla».
No obstante, aunque aún se encuentran con obstáculos como que los taxis se niegan a llevarlos a sus casas, todos señalan que en los últimos tiempos están mejorando cosas en las Tres Mil Viviendas: «Ahora se está notando mucho más presencia policial y hay mucha más limpieza gracias a las escuelas taller. Pero es una pena porque tenemos grandes comunicaciones, una universidad al lado, una residencia universitaria, y lo triste es que parece que nos están dando una limosna. Han acostumbrado a la gente a darle el pescado cuando lo que deberían hacer es darles la caña y enseñarles a pescar». Su hermano, Juan José, da otra perspectiva: «Creo que lo principal sería lograr la desestigmatización del barrio. Cualquiera relaciona el Polígono Sur o las Tres Mil con drogas, delincuencia e incultura, y eso no es así. Habría que esforzarse por parte de todos en mostrar que el Polígono Sur es un barrio como otro cualquiera, con sus aspectos positivos y con sus aspectos negativos. Creo que las autoridades han movido ficha en los últimos años con la creación del Comisionado».
En este punto les recuerdo que más de dos tercios de la población del Polígono Sur es analfabeta. Que apenas hay salidas laborales que permitan un saneamiento del barrio. Javier, el pedagogo, hace una aclaración: «¿Qué pasa que los pobres son más tontos? Yo creo que no, pero aquí se reúnen unas condiciones que impiden que los pobres puedan llegar a la Universidad con la misma facilidad con la que se llega en otros sectores». Y Noelia, que se ha refugiado en su timidez, pone la puntilla a este debate: «Estudia quien quiere. No hace falta tener dinero, sólo hay que tener ganas. Aquí estamos nosotros para demostrarlo».

P.D.
El 58,2% de la población no tiene estudios Según los datos recabados por el Comisionado para el Polígono Sur en su Plan Integral, el 58,2 por ciento de la población de la zona no tiene ningún tipo de estudios. El 4,7 por ciento se considera analfabeto. Sólo el 18,2 por ciento ha cursado EGB o ESO, una cifra que decrece en BUP y FP, a donde sólo accedió el 5,6 por ciento de la población censada en el Padrón municipal

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