17.10.13

A día de hoy...

A día de hoy nada parece haber cambiado. Se ha aprobado un proyecto de ley (que equivale a una ley en las actuales circunstancias parlamentarias) y ya ha venido el opositor de turno a anunciar que se cambiará en cuanto cambien (valga y sirva la redundancia) las tornas. Vamos, como en los últimos treinta años.

Produce una desazón terrible ver cómo nadie parece aprender de los errores propios o de los ajenos. Se extiende por los adentros la tristeza perenne del que ve repetirse una y otra vez la misma historia cual pesadilla circular recurrente en una noche de insomnio. Y siempre la misma pregunta ¿qué hacer?

Hasta ahora, los compañeros y compañeras que conozco han tomado dos caminos. Por un lado han seguido haciendo lo mismo que hacían con normas y leyes anteriores, cambiando el diseño y lenguaje de sus programaciones pero sin que nada alterase el día a día de sus clases. Recuerdo el caso de un compañero que llegaba al centro siempre media hora antes del comienzo de las clases. Subía a su aula y llenaba las dos pizarras de ejercicios, con una letra antigua y agradable. Cuando sus alumnos llegaban, ya sabían que había que copiar y hacer aquellos ejercicios en el cuaderno correspondiente. Cada día un alumno de la clase los copiaba en el cuaderno de clase, que no había variado desde el año 1982, "el del mundial", decía el mismo maestro. Luego el mismo alumno copiaba las soluciones en la pizarra que el resto corregía al compañero.

Y dos horas después el mismo trabajo de otra área. Así día a día, excepto los Lunes que tocaba explicar el trabajo de la semana.

Transcurrieron tres leyes educativas que no pasaron por este compañero ni por sus métodos, sin que a nadie pareciera afectar sino más bien lo contrario. Todo el mundo se sorprendía del estado habitual de silencio y trabajo de las clases de este hombre.

Cuando se jubiló, todo el mundo alabó su profesionalidad, su dedicación, su entrega,...y así le enaltecieron hasta el púlpito de la gloria docente, mientras uno pensaba qué había hecho mal para no entenderlo.

Sin embargo hay otro grupo nutrido de compañeros y compañeras que han optado por la misma técnica, olvidar las leyes, las normas, los decretos, y centrarse en su alumnado, en sus necesidades, en sus posibilidades y en intentar abrirles un mundo ante ellos y ellas, aunque en las programaciones, diarios de clase, etc...el lenguaje haya ido cambiando, básicamente en siglas y nuevas denominaciones más "profesionales" a lo que debiera llamarse por su nombre, aunque sea sencillo y poco adecuado a un lenguaje vacío pero grandielocuente. Y cuando he asistido a sus jubilaciones, lamento decir que no ha habido tanto panegírico, aunque ahí si sabía qué pasaba y qué había hecho mal para tampoco entender que no hubiera alabanzas. A nadie le gusta que alguien se mueva en la foto porque rompe el enfoque global de quien la hace.

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