15.4.08

Apropiación.

Hoy no he ido a trabajar propiamente; en realidad he estado en unas Jornadas de Formación Provincial en el Portfolio Europeo de las Lenguas, que se han desarrollado durante todo el día y en horario escolar, o sea que he hecho otro trabajo.

La verdad es que como casi siempre este tipo de Jornadas va más encaminada a engordar los curriculums de los ponentes que a satisfacer una demanda real del profesorado, pero siempre he reivindicado la formación en el horario lectivo (como se hace en la mayoría de profesiones) y he acudido.

Pero no trata de esto lo que quiero escribir en esta entrada. Una de las ponentes, profesora de la Universidad de Cádiz, diferenció dentro de su ponencia lo que para ella era la base de una política lingüística, la apropiación que hace el alumno/a de la lengua a la que se le expone, y la diferenció ante los términos, más usados estos en educación, de adquisición y/o aprendizaje. La verdad es que en mi día a día sí utilizo la palabra aprendizaje con frecuencia, siempre desde una visión de proceso a largo plazo e interdependiente y provocador de otros procesos que se desarrollan en las escuelas. Sin embargo nunca hablo de apropiación; me suena mal; no sé, quizás a ese lenguaje judicial, "apropiación indebida", tan al uso en operaciones anticorrupción; tal vez me provoque un cierto rechazo como verbo que implica, así lo veo yo, un poco de violencia en el hecho apropiativo en sí. Me gusta más usar el término "interiorización" para referirme a ese momento, casi mágico, en que el alumno/a, no se sabe bien por qué, demuestra que eso que ha estado pululando por la clase en forma de aprendizaje lo ha hecho suyo. Interiorizar tiene más de ternura, de ese acto íntimo, que en el fondo es la educación. Creo yo.

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