23.6.08

Final de Curso.

Hoy comienza la última semana de curso, esa en la que tras 10 meses de trabajo nos corresponde sentarnos a explicitar los resultados del mismo, en los alumnos, en nosostros mismos y en el centro en general. Por eso este artículo que publicaba en el periódico extremeño Hoy Joaquin R. Lara y titulado "Los cimientos de la Educación", puede venir muy bien, en cuanto a reflexiones sobre el maestro y la calidad de la enseñanza.

Algunas de las ideas:

NO es el primero ni el segundo ni tampoco el tercero de los problemas que más preocupan a los españoles, aunque seguramente está en la raíz de todos y de cada uno de ellos.

...sino por el mareo vomitivo que origina el vaivén de las reformas educativas, más apegadas a los intereses partidistas que a la cordura. Unas reformas que -década tras década de replanteos- han socavado los cimientos de las aulas y han convertido el pedregoso solar sobre el que se asentaba la escuela en terreno de arenas movedizas.

Con cada reforma de la enseñanza se cambian los programas o los horarios o los sistemas de examen o los criterios de promoción o los ordenadores y, por supuesto, los libros, que cada vez cuestan más y sirven para menos. Tiempo. La Administración se obstina en construir una escuela nueva sin cambiar los cimientos. Unos cimientos que no están en los programas ni en los libros ni en los sistemas informáticos. La cimentación y la pared maestra de todo el edificio escolar es el profesorado.

Maestras y maestros que han pasado de ser héroes, en el sentido clásico del término -el receptáculo de todas las virtudes, el espejo en el que se miraba la sociedad que ansiaba aprender- a supervivientes, a héroe sin gloria de una mediocre película de acción.

Cualquier reforma educativa que no arranque de los cimientos está condenada al fracaso, a corto, medio o largo plazo.

El sistema actual no garantiza la calidad del profesorado. A la enseñanza deben ir los mejores -que deben ser reconocidos y retribuidos en consonancia- y no quienes no han obtenido suficiente nota de corte para realizar otra carrera. La formación del profesorado debe ser intensa, profunda y estricta. No se manda al espacio a cosmonautas de cinco 'raspao', no operan a corazón abierto los últimos de la clase...

La educación no necesita supervivientes. Requiere profesionales capaces y respetados, personas que sean maestras y maestros porque les gusta a rabiar, a pesar de que podrían haber sido lo que hubiesen querido.


Bien podrían aprender nuestros gobernantes, porque curiosamente la nota de corte, tras selectividad, en las Facultades de Ciencias de la Educación o Escuelas de MAgisterio no es precisamente de las más altas. Se sigue pensando que es más complicado enseñar logaritmos neperianos, que la resta con llevadas; que es superior aquel que enseña a Goethe o Góngora al que enseña los sinfones o las trabadas. Así se entiende que el más preparado no elija, necesariamente claro, una carrera docente, mal pagada y mal vista. No es lo mismo decir que se es profesor universitario que maestro de a pie, al menos para mucha gente.

De los que llegan a cargos educativos con poder de decisión, sólo invito a poner su nombre en Google y sorprendernos de la gran cantidad de trabajos, investigaciones y experiencia que tienen. Lo demás sobra.

Bueno al menos un poco de lo demás.

0 comentarios: