12.7.08

Leo y deduzco.

Desde hace unos meses voy leyendo en sitios diferentes y de diferente, al menos en teoría, ideología, una afirmación que me hace ponerme en alerta. Suele venir de editoriales o de personajes muy involucrados en la teoría educativa y poco en la práctica del día a día. Tras un discurso sonoro y bien estructurado, en la que se vislumbran algunos pequeños fallos del sistema y se habla de EDUCACIÓN, en mayúsculas, la de los planes, curriculums, proyectos, etc...

Y casi como una pequeña conclusión se deja caer que hay un grupo del profesorado que disfruta de su trabajo y no se instala en la negatividad ni en la indiferencia; que frente a un supuesto discurso mediático de la queja, ese grupo anónimo, trabajador, vitalista, optimista, mantiene una permanente actitud de compromiso con la educación, etc...

Y claro, qué queréis que os diga, yo me veo reflejado en ambos grupos, que no entiendo deban ser excluyentes. ¿Acaso el no decir que sí a todo, el ver y denunciar el estado de centros, proyectos, ratios, calidad, etc... me excluye de estar comprometido con mi día a día?, ¿Es que disfrutar de mi trabajo impide ver los aspectos negativos, y por tanto mejorables, del mismo?, ¿No es lícito y muestra de compromiso pedir a tu empresa que te dote de las condiciones óptimas para desarrollar tu trabajo de la mejor manera?

Sinceramente creo que hemos empezado a caer en un estado involutivo respecto a los derechos, y en un manejo de la información por parte de las autoridades tendente a marcar como "apestado" a todo/a aquel/la que ose poner en tela de juicio las directrices emanadas de los que, escudados tras la moqueta y el coche oficial, han decidido qué es lo mejor para formar a nuestra sociedad.

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