24.11.08

Faltas.

Una falta de Educación

ALBERTO GARCÍA REYES
Domingo, 23-11-08

Pocas cuestiones hay más determinantes que la buena Educación para el progreso de una sociedad. Por eso me preocupan tanto los vaivenes que la Enseñanza está teniendo en Andalucía últimamente. Ha sido sonada la maniobra política a la que la consejera Teresa Jiménez ha recurrido para dejar en el paro a su secretaria general técnica. Creía la granadina que así se zafaba del marrón de la publicación de los nombres de los objetores a Educación para la Ciudadanía y su consecuente vulneración de la Ley de Protección de Datos. Porque dimitir es un verbo que no se conjuga en la Junta. En el mastodonte administrativo andaluz se prefiere estudiar los tiempos del verbo cesar. Pero, por encima de estos axiomas que rigen los bajos fondos de nuestra política, en materia educativa hay otros aspectos que me inquietan mucho más y que suelen pasar desapercibidos. Lo que más me alarma de la nueva consejera de Educación es la incoherencia de sus gestos y la incompetencia de sus acciones. Y paso a explicarme.
Ha habido hemorragias de tinta en los medios y foros de toda España para clamar por lo que se conoce como Pacto por la Educación, un convenio que supuestamente regulará el acuerdo de todas las facciones políticas en torno al sistema educativo para que se fijen unas estructuras capaces de combatir los huracanes de los cambios de poder. Y en ese contexto, Teresa Jiménez no ha logrado siquiera alcanzar un pacto con su propio partido. Los hechos son tozudos. Su antecesora en el sillón, Cándida Martínez, promovió dos grandes proyectos, el Plan de Plurilingüismo y la implantación de los Centros TIC —Tecnologías de la Información y la Comunicación—, que el presidente Chaves llegó a baremar: en esta legislatura la mitad de las escuelas públicas sería bilingüe y en la mitad de los centros habría un ordenador por cada dos alumnos. Es más, a esta encomiable pretensión, Chaves quiso sumarle una idea que acabó volviéndose en su contra en la última campaña electoral: enseñar catalán, gallego y vasco para «facilitar la movilidad laboral» de los andaluces. Pero la presidencia pecó de cándida cuando nombró a Jiménez como titular de Educación. La granadina ha decidido hacer «tábula rasa». Se ha cargado a todos los directores generales anteriores y ha derogado normativas como las que legislaban el bilingüismo. Ha hecho inútil todo el presupuesto invertido por Cándida Martínez en unos proyectos que germinaron con largos plazos de ejecución por delante. Y ha tenido la insolencia de divulgar una campaña de publicidad que, visto lo visto, es de dudosa veracidad. «Sumamos para mejorar: becas + idiomas + profesores + ordenadores + libros + transportes = educación de calidad», dice el lema, que ya es bastante grimoso como para que nos encolericemos ahora porque hace pagar a los justos por sus pecados. Analizando su gestión, Teresa Jiménez no sólo está teniendo con los andaluces una falta de respeto, sino, sobre todo, de educación. Pero ya vendrá el Informe Pisa a ponerle un castigo que, como siempre, tendremos que pagar entre todos.

Y para acabar de rematar la faena, sólo un 7,9% de centros se suman en la segunda convocatoria al Plan de Calidad... ¿Se irá Dª Teresa?

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