1.2.09

Silencios del tiempo.

La entrada que sigue está copiada tal cual del Blog La Taberna del Fin del mundo, del que son resposables Antonio Javier Sánchez Risueño Alejandro Martín Navarro y Jesús Beades . Como es una copia literal, de la que comparto sus contenidos y que lamento no tener esa capacidad para haberla creado yo, os la dejo para vuestro disfrute.

La opacidad del mundo

¿No hace nuestro actual modelo de vida muy dificil el encontrar aquellos lugares en que se revela lo fundamental y originario? Estos lugares privilegiados podrían ser, por enumerar algunos: la soledad y el silencio, la duración, la consistencia e impositividad de las cosas, el encuentro con el otro que es promesa de plenitud, etc. Estas realidades pueden ser tenidas como misterios o -mejor el término latino por las resonancias que trae- sacramentos. Sí, son como una grieta luminosa en la opacidad compacta del mundo.Pensemos en el hombre de otras épocas. Para él el silencio no era un simple paréntesis -muy a menudo oneroso- en el tráfago y el vano parloteo de lo ordinario. El silencio era el fondo desde el que se vivía. La palabra nacía de ese silencio y revelaba lo que el corazón maduraba. Fijémonos en nuestro mundo: uno no puede tomar un café en un local, arrullado simplemente por el murmullo de las voces vecinas y el tintineo de las cucharillas. Tendrás que soportar la televisión (que seguramente nadie ve) y la música radiada (que seguramente nadie escucha). Llegas a casa y es casi un automatismo poner la tele, conectar la radio... Te levantas por la mañana y se repite lo mismo. Así quedamos como abotargados o excitados, con un runrún que nos persigue incesante.El tiempo. Casi que no tenemos experiencia de la distensión inevitable en que el tiempo se abre. Vivimos en la era de lo instantáneo. No se preocupe -podría decirse- porque todo es "ahora". Dispone usted de cuanto quiera aquí, en este momento. El tiempo no se percibe y vive como un madurar, como crecimiento continuo que emerge desde el fondo inviolado e inviolable del ser. No hay espera. El tiempo no es duración que se acrisola, progresiva expansión y acendramiento. El tiempo es simple yuxtaposición, secuencia entrecortada de instantes huecos. No es un tiempo vivo, duración real (recordemos a Bergson o Machado; más aún, remontémonos hasta el San Agustín del final de "Las Confesiones"). Es un tiempo vacío, un puro pasar que nada revela.Temo ser tachado de "tecnófobo". A fin de cuentas nada es más instantáneo que internet y de ello me sirvo. No hablo desde esa perspectiva extrema. Sólo que creo que aquellos que hemos nacido, por ejemplo, después de la televisión no podremos acceder ya a una experiencia del mundo que sí tuvieron todavía nuestros abuelos y que para nosotros está definitivamente vedada. Ya veré si en lo futuro sigo por la senda abierta por estas reflexiones, no sé si demasiado ingenuas o superficiales.

0 comentarios: