1.3.07

El sol.

Ayer fue fiesta y el sol de invierno, ese sol provocativo como un adolescente, nos regaló una mañana que presagiaba el anticipo de la primavera.
Hoy es día laborable y no hace sol.
Esto me ha hecho pensar que el sol de los días de fiesta no es igual que el de los laborables, al menos para los docentes.


Nuestro trabajo nos niega la posibilidad de disfrutar cada mañana de ese sol laborable, un sol más particular, el sol de las amas de casa que van a la compra, de los oficinistas tomando café, del niño medio enfermo que acompaña a su madre al ambulatorio, del prejubilado y del jubilado en los bancos.
Nosotros sólo lo disfrutamos los días de fiesta, pero esos días el sol es un elemento compartido, más de todos y por tanto menos íntimo.
Por eso, a veces, cuando por alguna razón no estoy en el colegio, esas mañanas, el leve brillo del sol de invierno en las calles medio desocupadas me recuerda que en la nómina de cada mes, debiera venir el concepto de pérdida del sol de las mañanas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también he tenido esa sensación del sol por las mañanas cuando es fiesta en mi lugar de trabajo pero no en mi pueblo. Es muy agradable. Muy "particular", para mí, no para todos. La última vez recuerdo que hacía frío, cosa que no me gusta en general, pero disfruté paseando hasta la caja de ahorros.
Como dice mi hijo, de mayor quiero ser jubilado.

Pepe dijo...

Todos, creo, hemos tenido esa sensación, unida a la de sentirte un extraño en un lugar, esa calle soleada de mañana, que no nos pertenece.

Y usamos la excusa del banco, una gestión,... para pasear intentando esconder ese complejo.

Gracias por tus comentarios Dia D.