22.5.07

Todo brilla en Cádiz. II (Alguien más también lo ve)

Hace unos días escribí una entrada en El Pizarrín en la que hablaba un poco de cómo veía yo los colegios en Cádiz. Utilicé para ello una frase de Luis Bello: Todo brilla en Cádiz.... Algunos días después hice referencia a un artículo publicado en el Diario de Cádiz por el inspector de educación Jaime Martínez y que titulé Cajón desastre o el Arte de la Procrastinación, y he aquí que recibo en el correo un e-mail en el que me mandan un artículo publicado ayer, 21 de Mayo de 2007 en el apartado Opinión, por el mencionado inspector, en el grupo Joly (Diario de Cádiz, Diario de Jerez,...)y que en cierta manera une ambas entradas.

El artículo se titula ¿Alguien se anima? y como es más que probable que no se pueda acceder a él, dado que parece que la hemeroteca del grupo Joly no es accesible desde el ciberespacio, paso a comentarlo y a colocar trozos del mismo. No tiene desperdicio.

Comienza hablando, con un fino pespunte irónico, de los malos resultados que obtienen los alumnos/as andaluces en los indiciadores de rendimiento escolar "NO deja de tener un cierto misterio la mala posición que los niños andaluces obtienen en los indicadores de rendimiento escolar que de vez en cuando se publican. Nuestros escolares son despabilados y sus dotes y cualidades no han sido distribuidos por la madre naturaleza de manera distinta o con más tacañería respecto a los chavales que nacen más arriba de Despeñaperros. Sus profesores tienen una formación similar o igual a los de otros lugares y cuando se ve cómo funcionan escuelas o institutos de otros territorios se perciben escasas diferencias respecto a lo que aquí sucede."
A continuación pasa a explicar qué razones puede haber que explique o clarifique este resultado diferenciador de nuestra realidad nacional... "Para intentar dar una explicación a este fenómeno conviene recurrir a un principio de parsimonia, en el sentido de no buscar explicaciones raras, autopunitivas o esencialistas, cuando puede haber detrás causas más sencillas. ¿No puede tener la culpa el calor? Nuestros alumnos pasan el último mes del curso en un auténtico horno, especialmente cuando regresan del recreo, y en el que es muy difícil la concentración, la atención, la comprensión y el estudio. La situación se repite en septiembre, por lo que podemos afirmar, sin equivocarnos, que los niños cuentan con unas condiciones de aprendizaje mucho más adversas que sus colegas de tierras menos inclementes durante el 15 por ciento del curso. Se me puede argüir que, sin embargo, en invierno somos nosotros los que tenemos ventajas. Pues no. Esto también es falso. En invierno los niños pasan frío en las aulas, porque como aquí nunca hace frío, cuando lo hace no hay nada preparado para enfrentarse a él. ¿No podría ocurrir que, por frío y por calor, una quinta parte del curso no se pudiera aprovechar bien? He visitado aulas en las que los niños están con su abrigo o chaquetón puesto, y más atentos a entrar en calor que a aprender sutilezas. ¿Y en verano? El primer horror es el recreo. Desde entonces no hay quien aguante. ¿Conocen algún lugar donde haya menos sombra que en los patios de los colegios o de los institutos?

Claro está que como persona versada en esto de escribir públicamente, debe analizar el problema más allá de la mera descripción del problema. Así que se hace una serie de preguntas..." Al considerar todos estos aspectos surge una cuestión: ¿por qué los niños no tienen aire acondicionado en las aulas? Que es muy desagradable trabajar con calor está perfectamente constatado. Prueba de ello es que todas nuestras autoridades y funcionarios lo tienen. En algunos centros escolares se ha instalado... en los despachos de los directivos. ¿Por qué no lo tienen los escolares? Cuando escasea un bien o hay peligro serio, ¿no se aplica el principio de que los niños primero? ¿Por qué en las condiciones en que ellos desarrollan su trabajo –que es formarse– tienen que ser los últimos? ¿Puede ser una medida muy cara? Pienso que no. En primer lugar, porque no hay que aplicarla de golpe. Las temperaturas son algo fácil de medir, y por tanto se pueden establecer prioridades, comenzando a atender los casos más clamorosos. En segundo lugar, se trata de un gasto en el que pueden colaborar administraciones e instituciones diversas, públicas y privadas. En tercer lugar, porque repercutiría inmediatamente en una subida del bienestar diario de un porcentaje muy elevado de la población y, a un plazo más largo, en una ciudadanía mejor preparada. Por último, se ha de pensar que, según las previsiones sobre el cambio climático, las temperaturas van hacia arriba y todos los efectos negativos ya descritos se intensificarán.Hay otros problemas que se enfocarían desde otra perspectiva. Nuestro calendario escolar tiene la irregular duración de los trimestres segundo y tercero, en función de cuándo sea la Semana Santa. El próximo curso, por ejemplo, habrá un segundo trimestre muy corto y un tercero larguísimo. También hay pocos descansos durante el año escolar y una excesiva concentración de vacaciones en el verano. Es un problema estacional e inevitable... si no hay aire acondicionado. Si lo hubiera, no sólo se aprovecharían mejor los meses de mayo, junio y septiembre, sino que se podrían distribuir los días de vacaciones (¡tranquilos!, sin que disminuyeran) de manera que los periodos de trabajo y descanso estuviesen más lógicamente colocados, de una forma similar a como sucede en el resto de los países europeos".

En fin supongo que los políticos tengan aire acondicionado (y secretario/a, coche oficial, dietas, prebendas en transportes,...)en sus despachos es un reflejo de aquel sabio dicho "siempre ha habido clases", y sobre que no disminuyan las vacaciones un guiño a los hosteleros que se verían perjudicados (a los maestros/as les dará lo mismo porque no haremos nada si las reducen). Luego, claro, el problema de los trimestres es difícil de explicar a Carnavaleros, Semana Santeros, Rocieros, Amigos de la Inmaculada y de la Constitución (del 78 claro), y que se organizaran de otra manera para distribuir las fiestas de modo racional, ya que en el fondo han perdido el sentido originario.

Pero además hay propuestas de solucionar cosas además del rendimiento escolar.."Además, con más frío en las aulas disminuiríamos el volumen de otro feo asunto: el de la indisciplina y la violencia. ¿Cuándo se vuelven los alumnos más agresivos? Las horas en que se ponen los partes despejan las dudas: especialmente cuando llevan ya mucho tiempo en el mismo ambiente, disponen de poco sitio para ellos solos, y el calor hace que se sientan particularmente incómodos. Como les pasaría a los adultos."

Y una puntada final propia de las fechas "¿Se anima algún partido político a incorporar esta medida en su próximo programa electoral?"

Creo que ahí ya no anduvo fino, porque a los políticos con que los niños estén recogidos ya les vale y a los padres/madres de los niños tampoco les va a crear una necesidad que creo verían más como un lujo para los maestros/as que para sus hijos (salvo que hubiera clases en Julio o Agosto) y el voto de los maestros/as importa tanto como el estado de los colegios a la Administración. Lo dicho en 1926 por Luis Bello: Todo brilla en Cádiz, todo menos los colegios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y qué verdad es que siempre ha habido clases. En mi centro el Sr. Director tiene aire acondicionado, ¡regalo del AMPA!. Así que a lo mejor a los padres/madres sí les viene bien que los maestros tengan frescas las ideas, o al menos el director.

Anónimo dijo...

Lo que más me ha llamado la atención de este post es comprobar qué poco han cambiado los centros, salvo las novedades arquitectónicas propias del paso de un siglo, desde 1926. Ahora sería interesante ver a Labordeta, pongo por caso, haciendo ese recorrido por las escuelas de Andalucía. Un saludo